La desaceleración del gasto de los consumidores, una transición débil hacia el eléctrico y la dura competencia golpean al sector de la automoción alemán
Volkswagen AG estudia una decisión sin precedentes: cerrar una fábrica en la propia Alemania, por primera vez en sus 87 años de historia. Además, tendría que incumplir su compromiso con los sindicatos de no reducir puestos de trabajo antes de 2029.
Una transición vacilante hacia el vehículo eléctrico, un entorno económico más complicado, el débil gasto de los consumidores y la dura competencia son los factores más determinantes para comprender la delicada situación de la automovilística y, en general, del sector de la automoción, el más importante en Alemania.
VW ha tenido que ir reduciendo sus márgenes al tiempo que ha visto cómo se reducían sus ventas en China, cuyos modelos eléctricos, más avanzados y más baratos, no solo desbancan a la alemana en el gigante asiático, sino que se están introduciendo en Europa.
Volkswagen tiene unos 300.000 empleados solo en Alemania, algo menos de la mitad de los puestos de trabajo que tiene en todo el mundo; la seguridad de estos empleos se ve ahora amenazada, lo que sugiere que la empresa tendrá que lidiar con los poderosos sindicatos del sector del motor alemán.
Con una capacidad de producción de 14 millones de vehículos, VW apenas produjo 9 millones en 2023; la valoración de la empresa se ha hundido unos 51.000 millones de euros, según Bloomberg, pese al beneficio operativo. Ahora se valora cerrar una fábrica grande y una planta de componentes en Alemania, además de retocar los acuerdos salariales vigentes desde hace décadas. La última vez que VW cerró una planta de fabricación fue hace 30 años, y fue la única que tenía en Estados Unidos.