Claves del día de Jose Antonio Vizner
El panorama político y económico mundial parece estar entrando en una nueva fase, marcada por una serie de acontecimientos que están redefiniendo el tablero geopolítico. Por un lado, el expresidente Donald Trump, con su retórica de “hacer una América grande de nuevo”, ha logrado posicionarse otra vez como un fuerte contendiente para las elecciones presidenciales de 2024. Por otro, el avance de los BRICS como alternativa a la hegemonía económica occidental está generando un cambio estructural con potenciales implicaciones a largo plazo.
En primer lugar, Trump ha regresado al centro de la escena política de Estados Unidos, y no de cualquier manera. Sus discursos, cargados de promesas de reconstruir la nación y devolverle el esplendor perdido, parecen haber calado en una ciudadanía desencantada. Según encuestas recientes, el candidato republicano ya supera a la actual vicepresidenta demócrata, Kamala Harris, en estados clave como Michigan, Pensilvania y Wisconsin, además de Carolina del Norte y Georgia. Estas son señales de alarma para el Partido Demócrata, que intenta rescatar la figura de Harris en medio de un clima electoral cada vez más desfavorable.
Las cifras no mienten, y The Economist confirma que Trump encabeza las encuestas, impulsado en parte por la percepción de que la economía estadounidense está en declive. Trump ha sabido capitalizar esta narrativa, afirmando que los ciudadanos “se han dado cuenta de que no tienen dinero”, y que esto es consecuencia directa de la mala gestión demócrata. Mientras los mercados comienzan a reaccionar ante la posibilidad de que el magnate inmobiliario regrese a la Casa Blanca, Trump refuerza su mensaje: “No podemos tener cuatro años más de esto”. Claramente, su estrategia apunta a movilizar a un electorado que busca cambio y estabilidad económica.
Y mientras, arranca la cumbre de los BRICS en Kazán, Rusia, buscando un cambio de modelo económico como ya se hizo hace 80 años con Bretton Woods. El mundo está presenciando un cambio significativo en el orden económico global y los BRICS están a la vanguardia de esta transformación. Brasil, China, India, Rusia y Sudáfrica, acompañados por nuevos miembros como Arabia Saudita, Irán y Egipto, están consolidando una alianza que no solo desafía el dominio occidental, sino que también busca reconfigurar las reglas del juego financiero. Esta expansión estratégica no solo fortalece al bloque, sino que abre la puerta a la participación de países “asociados” que, sin ser parte oficial de los BRICS, podrán beneficiarse del nuevo sistema de pagos que están impulsando: BRICS Pay.
Este sistema de pago alternativo podría convertirse en un punto de inflexión en la economía global. Si bien aún está en desarrollo, BRICS Pay promete reducir la dependencia del dólar estadounidense, afectando directamente la hegemonía financiera de Estados Unidos. La creciente influencia del bloque es tal que António Guterres, secretario general de la ONU, tiene previsto asistir a la cumbre de los BRICS en Kazán, donde podría reunirse con Vladimir Putin. Este encuentro podría marcar un hito, subrayando la creciente relevancia geopolítica
Es evidente que el modelo económico de Bretton Woods, vigente desde hace 80 años, está llegando a su fin. Los BRICS representan una alternativa que podría reconfigurar las relaciones económicas internacionales. Con la suma de sus miembros y posibles aliados, el bloque ya representa el 36,7% del PIB mundial, una cifra impresionante que les otorga una posición sólida. Sin embargo, no todo es perfecto en esta alianza. Si bien cuentan con una gran población, el verdadero reto está en su relación población-PIB y población-volumen de exportaciones. La demografía no es un problema, pero es fundamental que refuercen sus economías para poder competir en igualdad de condiciones con Occidente. Si logran equilibrar este aspecto, los BRICS podrían consolidarse como una auténtica alternativa al sistema actual.
Y mientras, el oro sigue subiendo y marcando récords. El interés por el metal precioso no ha disminuido y 2024 promete ser un año histórico. Los bancos centrales han intensificado su demanda de oro, superando incluso los niveles de 2022, y el tercer trimestre del año ha sido clave en esta tendencia. Esto demuestra que, en un entorno global volátil, el oro sigue siendo un activo de confianza.
En definitiva, estamos ante una nueva era económica. Los BRICS, con su ambición de romper el dominio occidental y establecer un nuevo sistema de pagos, junto con el oro consolidándose como un activo seguro, son claros indicios de que el orden económico mundial está cambiando. Los próximos años serán decisivos, y también lo serán las decisiones que se tomen en este contexto.