Claves del día con Jose Antonio Vizner
En su reciente conferencia, el expresidente Donald Trump ha dejado claro que, si regresa a la Casa Blanca, su principal objetivo será sacar a Estados Unidos de los conflictos internacionales en los que, según él, lo han sumergido Joe Biden y Kamala Harris. Trump no ha escatimado palabras para advertir sobre el peligro de una Tercera Guerra Mundial, la cual, según sus palabras, está más cerca que nunca. Ha prometido que, de ganar las elecciones, evitará este conflicto global y pondrá fin a la guerra en Ucrania, además de calmar las tensiones con Rusia y frenar la escalada entre Israel y Hezbolá en Oriente Medio.
Es fácil entender por qué estas promesas resuenan en muchos votantes, ya que la sensación de que el mundo está al borde de un conflicto masivo es palpable. Cada día, nuevos titulares nos recuerdan que el equilibrio geopolítico está en una situación extremadamente delicada. Por ejemplo, Bloomberg ha informado que China lanzó un misil balístico intercontinental con una ojiva simulada en el océano Pacífico. Este tipo de acciones no solo aumentan la tensión en el sur de China, donde el conflicto con Filipinas ya estaba presente, sino que ahora también pone a Taiwán en el centro de la tormenta.
La tensión global es innegable. Mientras los líderes de las Naciones Unidas intentan encontrar soluciones a las crisis geopolíticas que se desarrollan en diferentes regiones, el mundo parece avanzar inexorablemente hacia una situación de conflicto más amplio. Es como si las economías globales siguieran funcionando de manera casi indiferente, ajenas a la realidad de un mundo que parece encaminarse hacia una guerra.
China, por su parte, ha tratado de restar importancia a su reciente prueba de misiles balísticos intercontinentales, calificándola como parte de un “entrenamiento militar rutinario”. Según el Ejército Popular de Liberación y el Ministerio de Defensa chino, el lanzamiento fue un éxito y la ojiva de entrenamiento aterrizó en el área designada. Sin embargo, Pekín ha asegurado que la prueba no estaba dirigida contra ningún país específico, lo cual puede sonar tranquilizador, pero en un contexto de crecientes tensiones internacionales, este tipo de acciones generan más preguntas que respuestas.
En Oriente Medio, la situación no es menos preocupante. La corporación de radiodifusión israelí ha informado que Israel ha comenzado los preparativos para una posible operación terrestre en el Líbano. Este despliegue de fuerzas hacia el norte del país es una respuesta a la creciente tensión con Hezbolá. A diferencia de Gaza, Israel ha señalado que no busca repetir la misma estrategia militar, aunque todo apunta a que el primer ministro Netanyahu podría estar contemplando una intervención que, en la práctica, podría asemejarse mucho a la reciente ofensiva en Gaza.
Es imposible ignorar el hecho de que el mundo se encuentra en una encrucijada peligrosa. Las maniobras de China, la guerra en Ucrania y la escalada en Oriente Medio son señales claras de que estamos viviendo en tiempos volátiles. La promesa de Trump de retirar a Estados Unidos de estos conflictos resonará en muchos, pero la pregunta clave es si realmente es posible frenar esta espiral de tensión que parece arrastrar al mundo hacia un escenario bélico global.