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El presidente Donald Trump ha anunciado una nueva ola de aranceles que entrará en vigor este sábado, generando incertidumbre entre gobiernos y empresas extranjeras, que buscan estrategias para mitigar los impactos y prepararse para posibles represalias.
Canadá y México en la mira
Entre los principales afectados se encuentran Canadá y México, los mayores socios comerciales de Estados Unidos. Trump ha propuesto aranceles del 25% sobre aproximadamente 900.000 millones de dólares en productos de estos países, alegando que sus superávits comerciales han sido perjudiciales para la economía estadounidense. Aunque el mandatario ha asegurado que los aranceles se implementarán a partir del 1 de febrero, persiste la duda debido a su historial de cambios de postura.
El alcance de estas medidas no está completamente definido. Por ejemplo, Trump evitó aclarar si las importaciones de petróleo canadiense estarían sujetas a estos nuevos impuestos, lo que deja en vilo a diversos sectores industriales.
Impacto en China y el comercio global
Las medidas de Trump no solo afectarán a sus vecinos del norte y del sur. El presidente estadounidense apunta a una revisión de las relaciones comerciales con China, lo que podría derivar en aranceles adicionales del 10% a sus exportaciones hacia EE.UU. Sin embargo, aún no se ha confirmado el momento exacto de su aplicación.
Los expertos advierten que esta escalada de medidas proteccionistas podría desatar una guerra comercial, encareciendo costos para fabricantes y consumidores estadounidenses, al tiempo que impactaría negativamente en la economía de México, que ya muestra signos de desaceleración.
Consecuencias económicas y reacciones globales
De acuerdo con Bloomberg Economics, estas medidas podrían reconfigurar el comercio global. Se estima que las importaciones estadounidenses desde Canadá y México podrían caer hasta un 70%, mientras que las provenientes de China disminuirían un 40% a mediano plazo. Sin embargo, las economías asiáticas podrían beneficiarse de este reordenamiento, al absorber parte de la demanda que antes estaba cubierta por los socios tradicionales de EE.UU.
Algunos observadores consideran que estas amenazas son más una táctica de negociación que un plan firme de implementación. Casos previos, como la disputa con Colombia por los vuelos de deportación, demuestran que Trump ha usado la amenaza de aranceles para obtener concesiones sin llegar a imponer sanciones.
Industria automotriz y energética en riesgo
Los efectos de estas políticas proteccionistas podrían sentirse con fuerza en sectores clave como la automoción y la energía. La industria automotriz estadounidense, altamente interconectada con México y Canadá, podría enfrentar aumentos de costos y disrupciones en su cadena de suministro. Además, las refinerías en el Medio Oeste de EE.UU. dependen del crudo canadiense, lo que podría reducir la producción de gasolina si los aranceles incluyen este recurso.
Empresas y grupos empresariales ya han comenzado a buscar apoyo político. En Ohio, se ha solicitado la intervención del vicepresidente J.D. Vance para frenar los nuevos impuestos.
Posibles respuestas de Canadá y México
Ante este panorama, los gobiernos de Canadá y México han comenzado a preparar estrategias de respuesta. La administración de Trudeau evalúa imponer aranceles de represalia a productos emblemáticos como el café de Luisiana y el bourbon de Kentucky, replicando medidas tomadas en 2018 cuando Trump gravó las importaciones de acero y aluminio. Además, advierte que gravar el crudo canadiense no hará sino dejar a Estados Unidos en manos de Venezuela, otro de sus proveedores de petróleo. En tanto, el gobierno de Claudia Sheinbaum ha declarado que México tiene un plan de contingencia en caso de que las tarifas entren en vigor.
El impacto de estas políticas sobre la integración económica de América del Norte sigue siendo una de las principales preocupaciones de los empresarios, quienes advierten que los aumentos en los costos de producción no solo afectarán a los fabricantes, sino también a los consumidores finales.