Un reciente conjunto de documentos obtenidos por Bloomberg ha revelado los mecanismos que permiten al ejército ruso seguir adquiriendo componentes electrónicos fabricados en Estados Unidos, a pesar de las sanciones occidentales. Este flujo de tecnología, esencial para la producción de drones, misiles y otros sistemas de armamento, destaca fallas en los controles de exportación y plantea serias preguntas sobre la responsabilidad de los fabricantes y distribuidores.
Una cadena de suministro opaca, pero efectiva
Los registros muestran cómo empresas rusas utilizan plataformas en línea para acceder a componentes electrónicos, como los fabricados por Texas Instruments Inc. A través de integraciones con la tienda en línea de TI, los clientes en Rusia pueden consultar inventarios y precios, y realizar pedidos que luego se envían desde terceros países como Hong Kong. Este proceso permite que las piezas lleguen al complejo militar-industrial ruso, eludiendo restricciones internacionales.
Por ejemplo, en un solo caso, un distribuidor ruso procesó más de 4000 pedidos de productos de TI valorados en 6 millones de dólares hasta agosto de este año. Casi dos tercios de estos componentes fueron destinados a empresas militares rusas. Esto se logra mediante intermediarios y redes internacionales que complican el rastreo de los productos, haciendo casi imposible para los fabricantes identificar el destino final de sus chips.
La responsabilidad de los fabricantes
Las empresas occidentales, incluidas TI, Analog Devices Inc. y otras, han enfrentado críticas por no implementar controles más estrictos para evitar que sus productos terminen en manos del ejército ruso. TI, en particular, ha sido señalada por sus “controles laxos” en las ventas en línea, permitiendo la compra de chips sin requerir información detallada sobre los usuarios finales, algo que otras empresas del sector ya exigen.
Según TI, la compañía revisa millones de pedidos anualmente y cancela miles que plantean sospechas, según publica Bloomberg. Sin embargo, el gobierno estadounidense considera que estos esfuerzos son insuficientes. Durante una audiencia en el Senado, el senador Richard Blumenthal criticó a los fabricantes de chips por su falta de acción para detener el flujo de tecnología hacia Rusia, afirmando que estas empresas están “objetiva y conscientemente fallando”.
La información obtenida por Bloomberg también detalla cómo portales rusos, como getchips.ru y altchips.ru, recopilan datos de inventarios y precios de TI mediante técnicas automatizadas, posiblemente utilizando APIs diseñadas para socios comerciales legítimos. TI ha negado proporcionar acceso a su API a empresas rusas, pero los documentos sugieren que algunos intermediarios logran eludir estas restricciones. Esto pone de relieve la facilidad con la que se puede explotar la tecnología de acceso remoto para alimentar una cadena de suministro ilícita.
Efectos en el campo de batalla
Los chips fabricados por TI y otras empresas han sido encontrados en sistemas de armas rusos, incluidos misiles y drones usados en Ucrania. Estos componentes, aunque simples y de bajo costo, son esenciales para la operación de armas avanzadas. Según informes, el 14% de los componentes electrónicos recuperados en Ucrania tras ataques rusos pertenecen a TI.
A pesar de las sanciones impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea desde el inicio de la invasión de Ucrania, Rusia ha importado más de mil millones de dólares en chips estadounidenses y europeos, incluidos productos de Intel, AMD e Infineon Technologies. Esto muestra la resiliencia de la cadena de suministro ilegal y las limitaciones de las medidas actuales.
El desafío de fortalecer los controles
Los expertos en seguridad internacional subrayan la necesidad de un enfoque más integral para controlar estas cadenas de suministro. Los fabricantes deberían adoptar prácticas más exhaustivas para gestionar los riesgos. Esto incluye monitorear incrementos inusuales en los pedidos, identificar empresas fantasma y exigir información detallada sobre los usuarios finales.
Además, las autoridades estadounidenses y europeas han emitido nuevas guías para ayudar a las empresas a cumplir con las sanciones, instándolas a mejorar su diligencia debida y colaborar estrechamente con los reguladores.