El reciente derrocamiento del presidente sirio Bashar al-Assad por parte de una coalición rebelde liderada por Hayat Tahrir al-Sham (HTS) marca un punto de inflexión histórico en Oriente Medio. En solo 12 días, una guerra civil que había estancado al país durante más de 13 años dio un giro inesperado, sorprendiendo a la comunidad internacional y dejando a Siria en un momento de incertidumbre.
Mohammed al-Bashir, ingeniero de profesión y figura prominente dentro del Gobierno de Salvación respaldado por HTS, ha sido designado para encabezar el gobierno de transición. La decisión se tomó tras una reunión entre al-Bashir, Ahmed al-Sharaa, líder militar de HTS conocido por su nombre de guerra Abu Mohammed al-Golani, y el primer ministro saliente Ghazi al-Jalali. Según informes, el objetivo de este nuevo gobierno será evitar el caos y gestionar el período de transición en un país devastado por el conflicto y las sanciones internacionales.
Un cambio rápido y su impacto global
El derrocamiento de Assad, quien huyó a Moscú tras la caída de su régimen, marcó el fin de más de cinco décadas de control familiar sobre Siria. Esta transformación no solo ha dejado a los sirios divididos entre el optimismo y el temor, sino que también ha sacudido a la región y a las principales potencias mundiales. En una reunión a puertas cerradas del Consejo de Seguridad de la ONU, diplomáticos reconocieron estar conmocionados por la rapidez de los acontecimientos. Rusia, antiguo aliado de Assad, admitió que no anticipaba un cambio tan abrupto.
Israel, en un movimiento controvertido, se apoderó de una zona de contención en el sur de Siria y lanzó múltiples ataques aéreos contra instalaciones militares clave. Esto ha sido condenado por países como Egipto, Qatar y Arabia Saudita, quienes ven estas acciones como un obstáculo para la estabilización del país.
El papel de HTS y las tensiones internacionales
Hayat Tahrir al-Sham, una exfilial de Al Qaeda catalogada como organización terrorista por muchos países, ha tratado de suavizar su imagen en los últimos años. Al-Golani ha prometido reconstruir Siria, garantizar los derechos de las minorías y establecer un estado basado en la libertad y la democracia. Sin embargo, su pasado y la falta de reconocimiento internacional del Gobierno de Salvación plantean interrogantes sobre su capacidad para gobernar de manera inclusiva.
En medio de la transición, HTS anunció que exigirá responsabilidades a los funcionarios del antiguo régimen involucrados en torturas y crímenes de guerra. Además, se ofrecerán recompensas por información que permita localizar a los responsables. Este enfoque podría alimentar tensiones internas y complicar la consolidación de un nuevo orden político.
El regreso a la normalidad y los desafíos económicos
A pesar de la incertidumbre, hay señales de normalización en algunas áreas. Bancos y ministerios han reabierto, y empleados del Banco Central de Siria regresaron a sus oficinas en Damasco. Sin embargo, la economía siria sigue siendo frágil, con precios del petróleo al alza y una infraestructura devastada tras años de conflicto.
Estados Unidos y otros países están explorando formas de interactuar con los nuevos líderes sirios, mientras que estados regionales como Qatar ya han iniciado contactos diplomáticos con HTS. Sin embargo, la falta de un plan claro para el futuro de Siria y la desconfianza hacia el liderazgo rebelde complican los esfuerzos internacionales por estabilizar el país.
Un futuro incierto
El pueblo sirio, que ha soportado más de una década de sufrimiento, se enfrenta ahora a la difícil tarea de reconstruir su nación. Las promesas de HTS de establecer un estado basado en la libertad, la igualdad y el estado de derecho son ambiciosas, pero su implementación será un desafío monumental.
La transición en Siria podría redefinir el panorama político de Oriente Medio y servir como una prueba para la comunidad internacional en su capacidad para apoyar un cambio positivo en un país marcado por el conflicto. Sin embargo, el camino hacia la paz y la estabilidad sigue siendo incierto, con riesgos significativos de represalias, tensiones internas y desafíos económicos y políticos que amenazan con prolongar la inestabilidad en la región.