En un contexto de creciente tensión global, Rusia ha enviado señales claras sobre su postura militar y estratégica. La reciente prueba de combate del sistema balístico Oreshnik en Ucrania ha sido presentada por el viceministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Riabkov, como un mensaje contundente para aquellos que, según él, han “perdido el sentido de la realidad”. “Hablamos muy en serio”, dijo el viceministro, “resolveremos nuestros problemas en el marco del Distrito Militar del Norte, y los intereses de seguridad de la Federación de Rusia estarán garantizados por todos los medios disponibles en nuestro arsenal, incluido un nuevo misil balístico de medio alcance cuyo nombre clave es Oreshnik”. Según sus declaraciones, este lanzamiento no solo refuerza los objetivos militares de Moscú en la región, sino que también subraya que Rusia está decidida a garantizar su seguridad por todos los medios necesarios.
Riabkov también abordó la posibilidad de desplegar el sistema Oreshnik en Bielorrusia, tras una petición del presidente bielorruso Alexander Lukashenko. Aunque el diplomático evitó confirmar planes inmediatos, el presidente ruso Vladimir Putin insinuó que este movimiento podría materializarse hacia la segunda mitad de 2025, lo que añade otra capa de complejidad a la situación geopolítica en Europa del Este.
Desarme nuclear: un punto de ruptura con Occidente
En paralelo, Moscú ha endurecido su postura respecto al desarme nuclear. Riabkov declaró que continuar cooperando con países occidentales en este ámbito es “políticamente inaceptable”, especialmente con aquellos que considera agresivos o que suministran armas a sus adversarios. “No podemos permitirnos depender de países hostiles en ningún ámbito y eso, por supuesto, incluye la cuestión de la seguridad nuclear y radiológica”. Esta posición fue reforzada en febrero de 2023, cuando Putin anunció la suspensión de Rusia del tratado Nuevo START, el último gran pacto de control nuclear con Estados Unidos. Este movimiento simboliza un quiebre significativo en la cooperación internacional para la reducción de armas nucleares, lo que agudiza las tensiones en un mundo ya polarizado.
Relaciones con Estados Unidos: al borde del colapso
La relación entre Moscú y Washington atraviesa uno de sus momentos más delicados. Riabkov enfatizó que las relaciones bilaterales están “al borde de la ruptura”. A pesar de esto, mencionó que se mantienen abiertos los canales de comunicación para evitar conflictos directos en escenarios como Siria, aunque los contactos de alto nivel han sido inexistentes. En este contexto, Riabkov afirmó que Moscú estaría dispuesto a “estudiar” propuestas de mediación sobre Ucrania, como las del expresidente estadounidense Donald Trump, pero aclaró que esto no implica necesariamente aceptación o acuerdos. Solo poco después, la portavoz del Ministerio de Exteriores, Maria Zakharova, confirmaba que el presidente electo de Estados Unidos aún no ha hecho ninguna propuesta “viable” para poner fin a la guerra de Ucrania que tenga en cuenta las “preocupaciones” y los intereses de Rusia. Zakharova añadió que “si alguien espera que Moscú haga concesiones en relación con Ucrania, es que tiene poca memoria”. Trump dijo que resolver el conflicto entre Rusia y Ucrania será una de las prioridades de su administración y que está “formulando un concepto de cómo poner fin a esa guerra ridícula”, aunque no ha proporcionado detalles.
Un panorama incierto
Rusia ha dejado en claro que no cederá en sus intereses estratégicos ni permitirá depender de naciones que considera hostiles. Desde el despliegue de sistemas avanzados como el Oreshnik hasta el endurecimiento de su política nuclear, el Kremlin busca consolidar su posición frente a un Occidente que percibe como adversario. Mientras tanto, las tensiones con Estados Unidos continúan escalando, dejando poco espacio para la diplomacia tradicional. Este panorama refuerza la percepción de que las dinámicas internacionales se encuentran en una etapa de profunda transformación, con un futuro incierto para la estabilidad global.