Rusia ha detenido a un sospechoso del asesinato del teniente general Igor Kirillov, jefe de las Fuerzas de Defensa Radioactiva, Química y Biológica de Rusia, ocurrido el martes en Moscú. Se trata de un hombre de nacionalidad uzbeka que, al parecer, habría confesado haber colocado y detonado la bomba que mató al general, y lo hizo siguiendo las instrucciones de la SBU, el servicio de seguridad ucraniano.
El asesinato de Igor Kirillov ha sacudido el panorama geopolítico. Se trata del oficial de más alto rango asesinado dentro de Rusia desde el inicio de la invasión de Ucrania en 2022. Los detalles que emergen sobre el ataque, sus implicaciones y sus responsables destacan la complejidad del conflicto en curso.
El ataque
Kirillov y su asistente fallecieron cuando un dispositivo explosivo escondido en un scooter eléctrico detonó frente a la entrada de su edificio de apartamentos en Moscú. Según las investigaciones iniciales, el sospechoso habría confesado haber recibido 100.000 dólares y la promesa de residencia en un país europeo a cambio de llevar a cabo el ataque. Además, se descubrió que instaló una cámara de vigilancia en un automóvil alquilado para que los organizadores del asesinato, presuntamente operando desde Dnipro, Ucrania, pudieran monitorear la entrada del edificio y detonar la bomba de manera remota.
La conexión con Ucrania
El servicio de inteligencia ucraniano SBU asumió la responsabilidad del ataque, algo que ya habían apuntado algunos medios, señalando a Kirillov como responsable del uso de armas químicas contra las fuerzas ucranianas, un hecho que Rusia niega categóricamente. Ucrania ha acusado a Rusia de llevar a cabo más de 4800 ataques con armas químicas en su territorio, atribuyéndole al fallecido general un rol clave en estos operativos.
Por su parte, Dmitry Medvedev, vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia, prometió represalias contra los líderes militares y políticos de Ucrania, intensificando aún más las tensiones entre ambos países.
Repercusiones en Rusia
El asesinato de Kirillov no solo pone de manifiesto las vulnerabilidades internas de Rusia, sino que también subraya el alcance de las operaciones de inteligencia ucranianas. Este hecho ocurre en un momento crítico, en el que el Kremlin enfrenta crecientes presiones tanto internas como externas.
Las autoridades rusas, encabezadas por el Servicio Federal de Seguridad (FSB), han iniciado una operación conjunta con el Comité de Investigación y el Ministerio del Interior para identificar a los responsables. Aunque se ha detenido a un sospechoso, las investigaciones continúan y no se descarta la participación de otros involucrados.
El legado de Kirillov
Igor Kirillov era un rostro conocido por sus apariciones públicas en el Ministerio de Defensa ruso. Comandaba una fuerza responsable de la producción de armas químicas y biológicas, incluidas tecnologías letales como agentes nerviosos y lanzacohetes termobáricos. Su figura había sido sancionada por el Reino Unido debido al presunto uso de armas químicas en Ucrania.
Implicaciones internacionales
El ataque genera un nuevo foco de tensión en el conflicto ruso-ucraniano. Además de las posibles represalias rusas, el caso subraya la evolución del conflicto hacia tácticas no convencionales que trascienden el campo de batalla tradicional.
A medida que las investigaciones avanzan, el caso del asesinato de Kirillov no solo expone la creciente complejidad del enfrentamiento entre Rusia y Ucrania, sino que también podría redefinir las estrategias de seguridad interna en Moscú y otras ciudades rusas.