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Entre los abundantes datos de la semana pasada en EE.UU., el mercado se centró directamente en el dato de inflación subyacente, más alto de lo esperado. Desde el pasado viernes, el mercado ya solo pone en precio para este un recorte y medio de los tipos de interés. Los detalles de la publicación del PCE no aportaron más alivio que la cifra global: la inflación de los servicios volvió a subir, mientras que la inflación de los bienes manufacturados volvió a terreno positivo, sobre una base anualizada de 3 meses, por primera vez desde junio del año pasado. Esperamos que Jay Powell deje claro esta semana que la Fed no está en condiciones de recortar tipos pronto. No obstante, seguimos esperando que la Fed baje tipos este año (dos veces, empezando en septiembre). Todo ello, en el supuesto de que el dato del PIB del primer trimestre, inferior al crecimiento potencial por primera vez en casi dos años, apunte al inicio de una desaceleración duradera que ayudaría a reiniciar el proceso de desinflación, especialmente dado el endurecimiento de las condiciones financieras generales, con los rendimientos a 10 años volviendo a niveles nunca vistos desde el otoño pasado. Cuanto más tiempo mantenga la Fed su actual postura restrictiva, mayor será la probabilidad de que ejerza suficiente presión sobre la demanda agregada para producir la necesaria reducción de la inflación, especialmente si los mercados transmiten correctamente las señales de la Fed.
Sin embargo, otra dosis de “más alto durante más tiempo” en Estados Unidos tiene serias consecuencias para el resto del mundo. En el caso de la eurozona, aunque el recorte de tipos en junio parece ya bastante consensuado en el Consejo de Gobierno, los halcones pueden señalar el riesgo de avivar la inflación importada en la zona euro a través de la depreciación de la moneda si el BCE se aparta demasiado de la Fed. La semana pasada, Fabio Panetta, de la Banca d’Italia, abogó enérgicamente por la disociación, señalando el endurecimiento general de las condiciones financieras que una Reserva Federal en suspenso provocaría en el resto del mundo, y nosotros analizamos con cierto detalle un documento al que Panetta hizo referencia en su discurso, en el que se cuantifican los efectos indirectos de la política monetaria estadounidense. Coincidimos con él al considerar que la reacción óptima de un banco central que se enfrenta a una menor presión inflacionista interna y a una dinámica de demanda desafiante debería ser contrarrestar el contagio de EE UU recortando los tipos de interés oficiales. El Banco de Japón ya se enfrenta a una fuerte presión sobre su tipo de cambio, que ha caído por debajo de los niveles que habían desencadenado una intervención cambiaria en 2022. Sin embargo, los últimos datos de inflación confirman la cautela de Ueda en la normalización de la política monetaria.
Gilles Moëc, economista jefe de AXA IM