Claves del día con Jose Antonio Vizner
El nombramiento de Mark Rutte como nuevo Secretario General de la OTAN marca un momento decisivo para la organización, en mi opinión. Al sustituir a Jens Stoltenberg, Rutte hereda una OTAN que se encuentra en plena transformación, un proceso que comenzó hace dos años con la guerra en Europa del Este. Nos encontramos en un cambio de época, en la que la organización se enfrenta a desafíos inéditos tanto en el ámbito geopolítico como en el económico. Este es el reto que asume Rutte, y lo hace en un momento en que la OTAN y Estados Unidos se ven amenazados en más de un frente.
China, por ejemplo, emerge como una alternativa atractiva para el Sur Global. Esto supone un desafío directo para el actual orden internacional, del cual la OTAN es una pieza clave. El papel de Rutte, en este sentido, será crucial: debe mostrar que seguir alineados con el orden occidental sigue siendo la opción más viable para esas naciones. Es una tarea monumental en un mundo que cambia a pasos agigantados.
El panorama europeo también es desolador. Alemania ya ha anunciado que no espera crecimiento económico para 2024, anticipando un estancamiento que, en el mejor de los casos, podría derivar en una ligera contracción. Esto no solo afecta a Alemania, sino que, en términos más amplios, pone de manifiesto una desaceleración que se siente en todo el continente. Francia, por su parte, tampoco parece estar en mejor situación. El nuevo primer ministro, Barnier, ha adelantado que planea un aumento de impuestos considerable, con el objetivo de frenar el aumento de la deuda. Pero esta medida, aunque necesaria, podría ralentizar aún más el crecimiento de Francia, colocándola en una situación similar a la de Alemania. Y cuando miramos a la industria automotriz europea, las señales son aún más preocupantes. Empresas como Stellantis y Aston Martin ya han emitido advertencias sobre beneficios, lo que refleja claramente que la desaceleración económica es real y profunda.
Todo esto ocurre mientras la economía “en la nube”, la digital, sigue avanzando con fuerza, mientras que la economía real parece desmoronarse. El mismo día, el secretario de la Reserva Federal de Estados Unidos, Jerome Powell, destacó el papel del mercado laboral como motor de la economía, una afirmación que parece más esperanzadora que realista, considerando el contexto global. La presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, también trató de ofrecer una visión positiva al señalar que la inflación general está bajando, en gran parte gracias a la caída de los precios energéticos. Se espera que la tendencia continúe en septiembre, pero ¿será esto suficiente para contrarrestar la desaceleración que afecta a la economía europea?
Además de todo esto, no podemos ignorar el creciente riesgo en el ámbito de la seguridad internacional. Según The Economist, tras la “decapitación” de Hezbolá, Irán podría estar en camino de competir por una bomba nuclear. Este posible escenario se ve agravado por la relación de Irán con Rusia, un país que sí posee armas nucleares. La amenaza, por lo tanto, no provendría únicamente de milicias o grupos extremistas, sino de un entorno donde Rusia podría respaldar a Irán. Ante esta situación, The Economist señala que el “régimen clerical asediado podría sentir la necesidad de una disuasión más fuerte”, lo que eleva aún más la tensión en una región ya de por sí volátil.
Rutte tiene ante sí un panorama internacional complejo y cargado de desafíos. Los problemas económicos en Europa, la creciente influencia de China y las amenazas nucleares en el Oriente Medio son solo algunos de los elementos que configuran un mundo en constante cambio. La cuestión es si la OTAN, bajo su liderazgo, estará a la altura de estos retos o si, por el contrario, seremos testigos de una caída en su relevancia global. Solo el tiempo lo dirá, pero una cosa es cierta: el margen de error es cada vez más estrecho.