Desde las 6 de la mañana de este lunes, Israel vive una huelga nacional convocada por la Federación Laboral de Israel, la Histadrut, que reúne a la mayoría de los sindicatos del país. Oficinas gubernamentales cerradas, incluido el aeropuerto Ben-Gurion, pero también numerosos negocios del sector privado, como restaurantes o cines; más de 200 líderes empresariales israelíes se han unido a la huelga. La mayor parte del país se paraliza; hay bloqueos en varias carreteras y se han convocado protestas masivas en las calles.
El objetivo es presionar al primer ministro para que llegue a un acuerdo con Hamas que permita el regreso a casa del centenar de rehenes aún en manos del grupo armado gazatí. Los ánimos de la población israelí se han encendido tras el anuncio de la recuperación, este fin de semana, de los cuerpos de seis de los rehenes, al parecer ejecutados por sus secuestradores en un túnel de Gaza. Tras 10 meses de guerra y los mismos de reclusión para los israelíes cautivos, sus familias y la población en general confían en que la presión obligue a Benjamin Netanyahu a acordar con Hamas su liberación. Cada vez es más alto el porcentaje de ciudadanos que aboga por una conclusión negociada.
La oposición en el Gobierno de Israel acusa a Netanyahu de negarse a un acuerdo con Hamas por motivos políticos mientras el primer ministro defiende que es el grupo gazatí el que se ha negado a mantener conversaciones serias durante meses. Los familiares de los rehenes temen que Netanyahu esté dilatando el tiempo de la negociación para mantener unida su coalición de gobierno, que depende en buena medida de los ministros de extrema derecha, firmes defensores de continuar la guerra.