Claves del día de Jose Antonio Vizner
Este año, todo parece reducirse a un escenario de empate técnico en las elecciones de Estados Unidos. La contienda entre Donald Trump y Kamala Harris se muestra más cerrada que nunca, y el enfoque está en dos eventos clave que se dan esta noche en Michigan y Pensilvania, donde ambos candidatos apuestan por conquistar los estados críticos. Aún más intrigante es el hecho de que figuras públicas como Bill Gates y Taylor Swift aseguren que abandonarán el país si Trump llega a la presidencia. Estos anuncios reflejan la polarización extrema de una democracia que parece escucharse solo a sí misma y sus ídolos, planteando dudas sobre la realidad de una “democracia del pueblo”.
Trump insiste en recordarles a los estadounidenses cómo era la vida hace cuatro años, buscando con ello que el desencanto actúe en su favor. Por su parte, Kamala Harris se lanza a convencer al sector moderado conservador sin perder de vista el voto progresista, una estrategia que parece a veces difusa y sin mucha tracción. ¿Quién decidirá al final? Los miles de indecisos de los estados oscilantes. Hoy en día, cada margen de ventaja se ha reducido a meros puntos porcentuales en Wisconsin, Michigan, Pensilvania y Carolina del Norte, lo que provoca una enorme incertidumbre.
El Financial Times ya plantea la posibilidad de un escenario catastrófico: ¿qué pasaría si el conteo arroja un empate de 269 votos para cada candidato? Un desenlace así abriría una crisis sin precedentes, una elección sin presidente clara y la desconfianza generalizada entre los estadounidenses alcanzaría niveles críticos. La legitimidad del proceso democrático podría tambalearse en un país ya dividido por la confrontación política y social.
Y mientras esto sucede, Europa también observa su propio laberinto político, particularmente en España, donde tras el devastador paso de la dana en Valencia, el panorama de gestión se presenta tan incierto como deplorable. Es desconcertante ver cómo, en medio de la catástrofe, Pedro Sánchez parece más interesado en reformar el Consejo de RTVE que en brindar ayuda directa a los afectados. Su desdén contrasta marcadamente con el rey Felipe VI, quien se quedó en la región para acompañar a los ciudadanos mientras el presidente se retiraba, evadiendo la crisis. La desconexión entre la política y la realidad en España avanza y el país se tambalea bajo el peso de una clase política que parece haber abandonado su misión.
En mi opinión, el argumento de que “tenemos lo que merecemos” se vuelve insostenible. La ciudadanía no merece ver cómo el país se desmorona ante los intereses de unos pocos. España está cada vez más cerca de convertirse en un estado fallido y Europa no debería ignorar la inestabilidad en el sur del continente.
Como si fuera poco, la tensión no se limita a Occidente. Desde Asia, la hermana de Kim Jong Un defiende el último lanzamiento de misiles de Corea del Norte, acusando a la ONU de prejuicio, mientras promete aumentar el arsenal nuclear del país. Rusia, por su parte, advierte de un conflicto inminente con Estados Unidos, y Sergey Lavrov lanza amenazas directas a Ucrania, insinuando que la pérdida de territorios podría ampliarse si el país no cumple con los acuerdos de Minsk.
Es claro que la dinámica global se enfrenta a una era de tensiones cruzadas y riesgos múltiples. Las decisiones de estos próximos días, tanto en Estados Unidos como en Europa y Asia, podrían marcar el inicio de una nueva fase de conflicto y crisis sin retorno.