MADRID, 21 (EUROPA PRESS)
La decisión del Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE) de subir den 50 puntos básicos los tipos de interés, el doble de lo anticipado por la entidad en junio, ha pillado por sorpresa al consenso de analistas, que destacan que la institución haya optado por un primer paso contundente en respuesta a la inflación, una vez que cuenta con la nueva herramienta antifragmentación (TPI), anunciada también este jueves.
“De forma un tanto inesperada, el BCE decidió adelantar el ciclo de subidas, poniendo fin a 8 años de tipos de interés negativos en la zona euro”, ha señalado Konstantin Veit, gestor de carteras de Pimco, en línea con la opinión de David Kohl, economista jefe de Julius Baer, para quien la inflación elevada hace que una tasa de política monetaria negativa “esté fuera de lugar”.
En este sentido, Sebastien Galy, responsable de estrategia macroeconómica de Nordea, considera que el BCE ha eviado con esta decisión “una clara señal de que está tratando de recuperar el control de la narrativa”, por lo que está acelerando constantemente un giro ‘hawkish’ que es poco probable que haya terminado.
Asimismo, Franck Dixmier, director de inversiones global de renta fija de Allianz Global Investors, opina que el banco central “tenía que actuar alto y claro” ante el aumento de la inflación y la caída del euro frente al dólar, por lo que el BCE “no tenía más remedio que actuar con contundencia”.
En este sentido, el experto destaca que, con esta subida de 50 puntos básicos, frente a los 25 anunciados anteriormente, el BCE marca el fin del “forward guidance”. “Esto no es malo. Atarse las manos en un entorno tan cambiante no tenía sentido”, añade.
Por otro lado, apunta que el anuncio de la creación del nuevo Instrumento de Protección de la Transmisión (TPI) para apoyar la transmisión efectiva de la política monetaria, con el apoyo unánime de todo el Consejo de Gobierno, representa “una importante promesa política en cuanto a la credibilidad de esta herramienta”.
Sin embargo, advierte de que la elegibilidad para el TPI se basa en criterios indicativos que convergen todos en la noción de disciplina fiscal y equilibrio macroeconómico, lo que supone “una promesa” para los ‘halcones’ del BCE, pero que debilita el alcance final de la nueva ‘bazuca’, por lo que la volatilidad debería continuar en los diferenciales.