MADRID, 4 (EUROPA PRESS)
El riesgo de que la economía de la eurozona entre en recesión se ha incrementado, a pesar de que los datos del tercer trimestre hayan superado las expectativas, aunque la contracción estimada de la actividad no parece suficiente como para devolver la inflación a niveles en línea con el mandato del Banco Central Europeo (BCE), que tendrá que subir más los tipos para impedir que la elevada inflación “se arraigue”, según ha advertido la presidenta de la institución, Christine Lagarde.
“Aunque los datos recientes del crecimiento del PIB han sorprendido al alza, ha aumentado el riesgo de recesión”, ha advertido la banquera central de la eurozona en un acto celebrado en Estonia, donde ha admitido que el deterioro de la actividad económica “podría verse acentuado por el endurecimiento simultáneo de la política monetaria a nivel mundial”.
Sin embargo, la presidenta del BCE ha insistido en que no se debe esperar que la desaceleración del crecimiento afecte significativamente a la inflación, al menos a corto plazo, señalando que, el endurecimiento de la política monetaria en Estados Unidos, si bien tiende a reducir la inflación de la zona del euro a medio plazo, en el corto plazo impulsa la inflación por la pérdida de valor del euro frente al dólar y el alza que esto implica para los precios de las materias primas.
De este modo, Lagarde ha subrayado que los bancos centrales “tienen que confiar en su brújula interna” -la lealtad a su mandato- para garantizar la estabilidad de precios y tienen que estar preparados para adoptar las decisiones necesarias, por difíciles que sean, para reducir la inflación, porque las consecuencias de permitir que una inflación demasiado alta se consolide serían mucho peores para todos.
“No debemos permitir, y no permitiremos, que la inflación alta se arraigue”, ha asegurado la francesa. “Tenemos el compromiso de que la inflación vuelva a situarse en nuestro objetivo a medio plazo, y la determinación de adoptar las medidas necesarias para hacerlo”, ha añadido.
En este sentido, ha defendido que, a pesar de que la inflación se ve estimulada por diferentes perturbaciones de diversa naturaleza, será la política monetaria la que determinará si estas perturbaciones se traducen en una inflación duradera. “Y no permitiremos que esto ocurra”, ha reiterado.
“Tendremos que subir los tipos de interés hasta niveles que permitan que la inflación vuelva a nuestro objetivo del 2% a medio plazo (…) aún nos queda camino por recorrer”, ha subrayado.
Asimismo, Lagarde ha advertido de que, mientras que la política monetaria no puede impedir los efectos de primera vuelta de muchas de estas perturbaciones, debe asegurarse de que no se produzcan efectos de segunda vuelta que hagan arraigarse una inflación demasiado elevada.
A este respecto, ha destacado que las evidencias que apuntan a una subida de los salarios negociados de aproximadamente un 4% el próximo año no implican, por ahora, efectos de segunda vuelta excesivos y mantienen ancladas las expectativas de inflación a más largo plazo, aunque ha advertido de que, dado que la inflación se mantendrá probablemente elevada durante un período prolongado, será necesario realizar un seguimiento de las negociaciones salariales para asegurar que el aumento salarial no se instale persistentemente en niveles incompatibles con el objetivo del BCE.
Por otro lado, Lagarde ha reconocido que un reparto equitativo entre las rentas salariales y los márgenes empresariales “está claramente justificado”, señalando que la política fiscal puede contribuir a distribuir la carga entre los diferentes grupos de renta.
“En el BCE, debido a nuestro mandato de estabilidad de precios, hemos de asegurar que ese proceso no genere una dinámica inflacionista”, ha advertido, reiterando que cualquier medida de apoyo fiscal debería ser temporal, focalizada y adaptada para que no impulse demasiado la demanda a medio plazo y para que beneficie a quienes más lo necesitan sin mermar los incentivos para, por ejemplo, reducir la demanda de energía.