La inversión en arte puede actuar como valor refugio en tiempos de guerra, al igual que otros activos como el oro, ya que “siempre acaba revalorizándose”, según ha señalado el consejero delegado de Saisho, Carlos Suárez.
“El arte se comporta ante las guerras o crisis como cualquier activo refugio. Ante mayor incertidumbre, resulta una protección contra la inflación muy buena y que, en función del artista, puede resultar relativamente liquida”, ha apuntado Suárez.
En una entrevista previa con Europa Press, Suárez defendió que la inversión en obras de arte es una buena opción en épocas de alta inflación, como la que se está experimentando desde hace unos meses, y que la clave estaba en apostar por artistas emergentes cuyas obras muestren unos “buenos fundamentos”.
Es decir, lo ideal sería invertir en aquellos que tengan potencial artístico para que el día de mañana los comisarios se fijen en las obras, como la profundidad conceptual, las referencias o la innovación, entre otros.
El contexto económico ha dado un vuelco en tan solo un mes debido a la invasión rusa de Ucrania, por lo que ante la actual incertidumbre, Suárez ha apuntado que la mejor opción es invertir en artistas un poco más consagrados.
Suárez ha incidido en que es necesario diferenciar entre el arte consagrado “clásico”, el de artista muerto, y el contemporáneo, de artista vivo.
“En el primer caso, suele beneficiar una guerra, como sucedió con las obras renacentistas en la década de los noventa, que subieron de valor tras la guerra del Golfo. En cambio, esa misma guerra supuso un varapalo para el arte contemporáneo, batiendo récords negativos de ventas”, ha informado.
Las obras de artistas ya fallecidos son un valor “claramente” anticíclico: su valor se beneficia de la mayor demanda de sus obras por el miedo a invertir en otra cosa. “Al fin y al cabo, Picasso siempre tendrá valor ¿no?”, ha señalado Suárez.
Cuando remita el conflicto y haya una menor demanda, es probable que haya ajustes de valor a la baja, lo mismo que puede suceder con otros activos considerados refugio como el oro.
En el caso de que los artistas estén vivos, sus obras se consideran valores acíclicos, por lo que “es indistinto que haya guerra o no”, ya que “la mayor demanda en el artista y la escasez de obras harán que sea alcista no importa qué”.
Suárez ha insistido en que en este momento “hay que primar la liquidez futura frente a la revalorización”, lo que beneficia a los artistas contemporáneos en crecimiento, que presentan una mayor demanda y cuentan con fundamentales sólidos.
No obstante, son los ‘blue chips’ –artistas como Picasso, Goya, Miró, Da Vinci, Renoir– los que más interés comprador han presentado en Saisho.
En cuanto a los NFTs, Suárez ha incidido en que lo importante es el artista que está detrás. “Hay artistas cuyos NFTs serán buena opción de inversión como activo refugio al tener buenos fundamentales y crecimiento con oferta limitada y otros muchos que no valdrán nada cuando quieras venderlos porque carecen de valor artístico para que te lo quieran comprar o porque no han limitado la oferta”, ha especificado.
De todas formas, el consejero delegado de Saisho ha puesto de relieve que la tecnología en general y el ‘blockchain’ en particular “puede dar muchas utilidades al arte en materia de certificación, propiedad y divisibilidad en el futuro”.
EL AUGE DE LOS ACTIVOS ALTERNATIVOS
Los activos alternativos llevan ya un tiempo sonando en las recomendaciones de los analistas de distintas firmas en su espectro más amplio, desde infraestructuras o activos inmobiliarios hasta capital riesgo.
Por ejemplo, el consejero delegado de JP Morgan AM para España y Portugal, Javier Dorado, llamaba la atención hace unas semanas sobre los activos alternativos como opción para diversificar y reducir la volatilidad de una cartera, aunque depende de la “apetencia” del inversor por la iliquidez.
A finales de 2020, la firma de inversión Natixis Investment Managers estimaba que el peso de la inversión en activos alternativos privados se duplicaría en España en los próximos cinco años, desde el 2,8% estimado actualmente hasta el 5,2%.
La gestora consideraba que existe un “interés creciente” en estos activos privados, si bien hay varios retos estructurales para el desarrollo de esta inversión como las limitaciones regulatorias, la iliquidez o el horizonte extenso de inversión.
Este último es el principal problema de la inversión en arte, según destaca también Suárez, aunque todo depende del artista por el que se apueste.