La tasa de inflación anual de la eurozona subió hasta el 2,6% en julio, ligeramente más alta de lo previsto, según el informe preliminar de Eurostat. Las previsiones apuntaban a un 2,5%, una décima menos. La inflación subyacente, sin alimentos ni energía, se situó en el 2,9%, sin cambios, cuando lo que se esperaba era una disminución; mientras que la mensual descendió un 0,2%. El dato refuerza las preocupaciones sobre los esfuerzos del BCE para reducir la inflación.
La oficina de estadística de la Comisión Europea atribuye el aumento del índice de precios al consumidor de todos los artículos a los servicios, que crecieron un 4% interanual (venían de un 4,1%), seguidos por los alimentos, el alcohol y el tabaco, con un 2,3%; la energía, con un 1,3%, y los bienes industriales no energéticos, con un 0,8%.
La subida pilla por sorpresa a un mercado que esperaba un nuevo recorte de tipos del BCE en la próxima reunión tras el verano. Es un reflejo de que el progreso hacia el objetivo de inflación se ha estancando en los últimos meses, debido a que los precios en el sector servicios subieron por el aumento de los salarios.
Según Reuters, el BCE no considerará tan importantes los datos individuales, sino que se centrará en la tendencia de la inflación; debería rebotar a finales de esta año antes de retroceder hasta el 2% en 2025.