Claves del día de Jose Antonio Vizner
Las agencias de inteligencia estadounidenses han informado de que Rusia, China e Irán han tenido la intención de avivar la violencia poselectoral en las elecciones a la Casa Blanca. La estrategia no es nueva. Ya hemos visto en elecciones anteriores cómo actores externos han utilizado las herramientas de la desinformación para amplificar las divisiones internas en Estados Unidos. Sin embargo, lo que me preocupa ahora es la creciente posibilidad de que estas tácticas no se limiten al ámbito digital, sino que también fomenten la violencia física en un momento particularmente volátil. La pregunta que me ronda es cómo vamos a enfrentarnos a esta amenaza. ¿Qué estamos haciendo, tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo, para proteger la integridad de nuestros procesos democráticos? La violencia y la desinformación son armas poderosas en manos de quienes buscan el caos y no podemos permitir que nos dividan tan fácilmente. La democracia no es perfecta, pero sigue siendo el mejor sistema que tenemos.
Como si los riesgos de desinformación y violencia no fueran suficientes, la economía global también se encuentra en un momento delicado. El Fondo Monetario Internacional ha reducido sus pronósticos de crecimiento, advirtiendo sobre los crecientes peligros de un mundo cada vez más proteccionista y las tensiones derivadas de guerras que afectan a las economías. En este panorama, Europa se encuentra particularmente vulnerable y las perspectivas de una victoria de Donald Trump en Estados Unidos generan verdaderas pesadillas económicas para el Viejo Continente. Los bancos centrales europeos, encabezados por figuras como Christine Lagarde, temen una guerra comercial que podría disparar la inflación a niveles alarmantes. Lagarde, con tono de preocupación, ha señalado que las cifras actuales de inflación son “relativamente tranquilizadoras”, pero la mirada está puesta en 2025, con la esperanza de que la situación esté controlada para entonces.
El impacto de las elecciones estadounidenses va mucho más allá de sus fronteras y el escenario económico internacional depende en buena medida de quién termine ocupando la Casa Blanca. En caso de que los republicanos logren una victoria total y controlen tanto el Congreso como el Senado, se espera que el euro caiga hasta una paridad de 1,02 frente al dólar, lo que sería un duro golpe para Europa. Si Trump gana la presidencia sin ese control absoluto en ambas cámaras, el impacto sería algo menor, con un euro rondando los 1,05 dólares. Por otro lado, si Kamala Harris es elegida presidenta y su partido, los demócratas, logra un dominio total en las cámaras, se espera que el euro suba a 1,14. En un escenario de gobierno dividido, el euro podría situarse alrededor de 1,15.
Estos cálculos no son meras especulaciones, sino reflejos de cómo las políticas económicas de cada candidato afectan directamente al comercio internacional y las relaciones bilaterales. Un fortalecimiento del dólar es casi seguro si los republicanos ganan de manera contundente, lo que haría más competitivas las exportaciones estadounidenses, pero encarecería las importaciones para Europa. Sin embargo, si Harris gana, se anticipa un debilitamiento del dólar, aunque temporal, mientras los mercados ajustan sus expectativas ante el nuevo liderazgo.
En resumen, las elecciones en Estados Unidos este año no solo se juegan en los colegios electorales o en los debates políticos. También se están jugando en la arena internacional, con actores extranjeros tratando de influir en el resultado y con mercados financieros pendientes de cada movimiento. Lo que está en juego es mucho más que la presidencia: es la estabilidad económica global y el equilibrio geopolítico en un mundo cada vez más dividido.