El Gobierno, a través del ministro de Economía, Carlos Cuerpo, ha seguido con su discurso triunfalista. Los datos económicos le permiten, en parte, lucir una supuesta bonanza, pero no va más allá del barniz de los mismos, pues su contenido, realmente, dibuja una realidad bien distinta, donde el sistema productivo privado está en retroceso ante el incremento, cada vez más notable, del sector público, que alimenta el gasto para tratar de sostener una economía que por sí misma no puede hacerlo, ya que la política económica aplicada la ha dejado muy maltrecha.
De esta forma, frente al discurso de corto plazo gubernamental, nos encontramos con la cruda realidad de la evolución económica, que es la siguiente:
1. El crecimiento de corto plazo es endeble y artificial, dopado por el gasto público, que expulsa al crecimiento productivo, como se ve con el consumo y la inversión. Las expectativas empeoran y eso hace que la inversión se retraiga, actuando como indicador adelantado de lo que parece que se vislumbra en el futuro.
2. El empleo no se crea, sino que se reparte, como se ve con las horas trabajadas. Mientras tanto, tenemos las tasas de paro y de paro juvenil más altas de Europa. Por otra parte, hay más de 700.000 fijos discontinuos en el paro que no se contabilizan como parados.
3. Crecen los costes laborales y cae la productividad, mientras suben los impuestos, que asfixian a las empresas y hacen que sean menos competitivas, perdiendo mercados, actividad y empleo.
4. La deuda pública no deja de crecer y sobrepasa ya los 1,6 billones de euros. Su reducción sobre el PIB es mero efecto del PIB nominal, empujado por la inflación.
5. El déficit sobre el PIB se reduce por el efecto de la inflación en los ingresos y en el PIB nominal, porque el Gobierno sigue aumentando el gasto.
6. La propia Comisión Europea dice que los esfuerzos de reducción del déficit son insuficientes y le preocupa el crecimiento del déficit estructural.
7. El gobierno no presenta PGE y eso somete a España a una deriva de gasto poco comprometida con la estabilidad presupuestaria.
8. Se produce una intromisión en el mercado con la entrada en Telefónica, que supondrá más deuda para los ciudadanos.
9. La inseguridad jurídica ahuyenta las inversiones, con desplome de la inversión extranjera.
10. Los impuestos a banca y energéticas les hacen replantearse nuevas inversiones en España.
11. La inflación no solo no desciende, sino que acelera su crecimiento interanual, con un fuerte incremento en términos mensuales, de casi un punto porcentual. La pérdida de poder adquisitivo de los agentes económicos es notable, pues se acelera el crecimiento de los precios después de más de año y medio con niveles de precios muy elevados.
Esta es la realidad de la economía española, con una economía de corto plazo empujada por el gasto público, mientras que la estructura económica de medio y largo plazo se deteriora, con un notable efecto expulsión de la actividad productiva privada.
José María Rotellar
Profesor de Economía. Director del Observatorio Económico de la Universidad Francisco de Vitoria