La economía china está mostrando señales de preocupación con la caída de los precios industriales, que se han desplomado un 1,8%. Este descenso plantea un escenario de deflación, lo que podría afectar negativamente al crecimiento económico del país. Esto representa un reto para China, pero la situación podría ser vista de forma positiva para la economía global, ya que el país sigue exportando deflación, aunque aún estamos lejos del objetivo del 2% de inflación. El IPC chino, por su parte, aumentó un 0,6% anual en agosto, una décima por encima del dato previo pero por debajo del 0,7 anticipado por los analistas. Eso supone un aumento más lento de lo esperado y refleja una bajada en transporte y alquileres, compensada por la subida del precio de los alimentos.
Los precios de los alimentos aumentaron en China un 2,8% interanual en agosto. Esto marca el primer aumento positivo de los precios de los alimentos desde junio de 2023. Solo la carne de cerdo aumentó un 16,1%, mientras que los precios de las verduras aumentaron un 21,8%. Dada la importante ponderación de la carne de cerdo en el IPC de China, estos aumentos han tenido un impacto sustancial en el índice general. El IPC básico, que excluye los precios de los alimentos y la energía, aumentó un 0,3% interanual en agosto, un ritmo de crecimiento más lento por segundo mes consecutivo, lo que refleja la debilidad de la demanda interna.
En este contexto, los mercados asiáticos han reaccionado a la baja. Se espera que este comportamiento del mercado, sumado a los acontecimientos próximos, como el debate electoral de mañana en EE.UU. y las decisiones sobre la inflación y las tasas de interés por parte del Banco Central Europeo, continúe generando volatilidad, con un septiembre que podría registrar mayores caídas en comparación con años anteriores.