Las negociaciones de las Naciones Unidas sobre el clima concluyeron este domingo en Bakú con el compromiso de los países desarrollados de invertir al menos 300.000 millones de dólares al año en la lucha mundial contra el cambio climático.
El presidente de la COP29, Mukhtar Babayev, presidió la reunión de clausura de la cumbre climática el 24 de noviembre con el objetivo de alcanzar un acuerdo sumamente disputado sobre la financiación climática global. Durante esta sesión, Babayev preparó dos discursos: uno que celebraría el éxito de un acuerdo, y otro en previsión de un posible impasse que podría haber llevado al colapso de la cumbre, según dos fuentes familiarizadas con el asunto que hablaron con Reuters.
Finalmente, Babayev logró la aprobación de un plan de financiación por 300.000 millones de dólares anuales, destinado a ayudar a las naciones en desarrollo a afronta los crecientes costos del calentamiento global durante la próxima década.
No obstante, los países en desarrollo, que habían solicitado más de un billón de dólares en asistencia, calificaron el acuerdo como un “insulto”. Argumentaron que la financiación acordada es insuficiente para proporcionar el apoyo esencial que necesitan para enfrentar de manera efectiva la crisis climática. Paralelamente, la cumbre también logró establecer las normas para un mercado mundial de carbono respaldado por la ONU, diseñado para facilitar el comercio de créditos de carbono y fomentar que los países reduzcan sus emisiones e inviertan en proyectos sostenibles.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, expresó su decepción al término de la cumbre, señalando que esperaba un resultado más ambicioso, tanto en términos de financiación como de acción. “Este año ha sido especialmente difícil; un año abrasado por temperaturas récord y marcado por desastres climáticos, todo mientras las emisiones siguen aumentando”, afirmó Guterres.
Además de los avances en financiación, la COP29 también se centró en reforzar los objetivos previos de reducción de emisiones, acelerar la transición hacia energías limpias y lograr un acuerdo largamente esperado sobre los mercados de carbono. Estos avances se alcanzaron pese a un contexto geopolítico incierto y profundamente dividido, según subrayó Guterres.
Las expectativas de un acuerdo habían estado marcadas por el pesimismo, debido a las preocupaciones sobre una posible retirada de Estados Unidos de la cooperación climática global y las crecientes tensiones geopolíticas que han dejado al cambio climático fuera de la lista de prioridades mundiales.