La presión ha podido con el presidente de Estados Unidos: Joe Biden ha anunciado mediante un comunicado que no se presentará a la reelección en noviembre. Sin embargo, confirma que apoya a Kamala Harris para el puesto y que él seguirá en el cargo hasta que termine su mandato oficial.
Biden ha escrito: “Ha sido el gran honor de mi vida serviros como presidente. […] Creo que lo mejor para mi partido y el país es retirarme de la carrera electoral”. Un gesto que no por esperado ha sido menos impactante. Miembros del partido demócrata han elogiado la decisión del veterano presidente de echarse a un lado, mientras que su contrincante, Donald Trump, aseguraba, al poco de conocerse la noticia, que Harris será aún más fácil de ganar que el propio Biden. Bill y Hillary Clinton apoyan la decisión de Biden y aseguran que respaldarán a la actual vicepresidenta en su carrera electoral; no así el también expresidente Obama que, si bien elogia la dura y difícil decisión de Biden, no menciona su respaldo explícito a la que ha elegido como sucesora. El presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, ha reclamado la dimisión inmediata de Joe Biden, argumentando que “si Joe Biden no es apto para presentarse como candidato a la presidencia, no es apto para ejercer como presidente”.
En teoría, el apoyo de Joe Biden a Kamala Harris como sucesora en la carrera presidencial debería influir en sus delegados para que respalden también a Harris. Pero eso no es un compromiso firme: podrían surgir nuevos candidatos que desafíen a la vicepresidenta, siempre que lo anuncien antes de la votación formal de nominación, el 19 de agosto.