Claves del día de Jose Antonio Vizner
No cabe duda de que vivimos tiempos dramáticos en la escena internacional, con la guerra en Ucrania como un desafío monumental que ha marcado el pulso global. Como observador comprometido, he seguido con interés la posibilidad de una cumbre entre Vladimir Putin y Donald Trump. Suiza, conocida por su neutralidad, ha ofrecido albergar este encuentro. Según fuentes de la administración entrante, una llamada entre ambos líderes podría tener lugar pronto. A mi juicio, este es un gesto que puede abrir una puerta para el diálogo, pero también una señal preocupante: ya no es realista esperar la retirada total de las tropas rusas de Ucrania, incluida Crimea.
El enfoque de Mike Waltz, nuevo asesor de seguridad nacional de Trump, me resulta llamativo. Comparar esta guerra con la Primera Guerra Mundial subraya su complejidad y la necesidad de una resolución diplomática. Sin embargo, lo que me inquieta es la señal de un cambio de estrategia: un trato directo entre Trump y Putin, excluyendo a otros actores cruciales como Zelensky o los países europeos. Este enfoque unipersonal de la política mundial es un giro que debería hacernos reflexionar sobre los riesgos para el equilibrio internacional.
Europa, por su parte, se encuentra en una posición de creciente vulnerabilidad. La llegada de Trump ha generado no solo temblores económicos, sino también una sensación de desamparo estratégico. Cuando el presidente electo sugiere un interés en Groenlandia y el Canal de Panamá, parece cuestionar la soberanía de naciones independientes. ¿Cómo no sentirse alarmado? El artículo 42.7 del Tratado de la Unión Europea, que contempla la defensa mutua, no debería ser un recordatorio necesario, pero aquí estamos. Si Groenlandia se viera amenazada, Europa tendría que responder.
Y no hay que olvidar la presencia de figuras como Elon Musk en la órbita de Trump, erosionando las bases del consenso democrático en Europa. Este movimiento hacia un nacionalismo agresivo hace que conceptos como el 5 % de compromiso en defensa no sean sólo una política pragmática, sino una necesidad estratégica para países como Polonia y más allá.
Mientras tanto, China se prepara para un escenario de incertidumbre. Sus exportaciones en diciembre se dispararon un 10,7 %, superando todas las expectativas. Parece evidente que el gigante asiático ha decidido vaciar sus bodegas antes de que Trump asuma el poder y potencialmente desate una guerra comercial. Este último impulso exportador revela un cálculo estratégico preciso: adelantarse a un posible proteccionismo agresivo.
En conjunto, estos hechos pintan un panorama global de tensiones crecientes. Como ciudadano del mundo, me preocupa ver cómo los intereses imperialistas, el nacionalismo económico y la erosión de las alianzas tradicionales reconfiguran el orden internacional. Lo que necesitamos es más diplomacia multilateral, no menos. ¿Estaremos a la altura del desafío o quedaremos atrapados en la tormenta que se avecina?