Uno de cada cinco contratos firmados en 2023 duró menos de una semana y un tercio, menos de un mes
MADRID, 29 (EUROPA PRESS)
La industria y la construcción son los sectores que presentaron en 2023 una mayor duración de sus contratos de trabajo, con 48,3 y 62 días de media, respectivamente, mientras que agricultura y servicios registraron las menores duraciones, con una media de 32,07 y 47,54 días, respectivamente, según datos del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) recogidos por Europa Press.
Si estos datos se comparan con los de 2019, antes de la entrada en vigor de la reforma laboral de 2021, se observa un descenso notable de la duración de los contratos en la construcción, al pasar de 87,25 días de media a 62 días. Y aún es mayor la brecha en comparación con 2006, cuando los contratos de la construcción duraron de media 126 días, el doble de lo que duran ahora.
En el caso de los servicios, de una duración media de 50,05 días en 2019, antes de la reforma laboral, se ha pasado a 47,54 días en 2023. En 2006, los contratos de trabajo que se firmaban en los servicios duraban bastante más, 74,17 días de media.
Lo mismo sucede con el sector industrial, donde la brecha con 2006 es mucho mayor. Entonces, los contratos de la industria presentaban una duración media de 161,52 días, cifra que se redujo hasta los 48,24 días en 2019, antes de la reforma laboral, y a 48,31 días en 2023.
El único sector que ha mantenido más o menos la duración de sus contratos desde 2006 ha sido el de la agricultura. En 2023, la media fue de 32,07 días, por encima de los 31,36 días de 2019 y de los 30,32 días de 2006.
Hay que tener en cuenta que la reforma laboral de 2021 estableció la desaparición progresiva de los contratos de obra o servicio, uno de los contratos temporales con mayores duraciones, por encima de la de los eventuales por circunstancias de la producción. Esos contratos eran muy numerosos en 2006 y en 2019 en industria, construcción y servicios.
UN TERCIO DE TODOS LOS CONTRATOS FIRMADOS EN 2023 DURÓ MENOS DE UN MES
Según los datos del SEPE, uno de cada cinco contratos firmados en 2023 presentaron una duración igual o inferior a una semana y un tercio duraron menos de un mes.
En concreto, los contratos con duración igual o inferior a siete días sumaron el año pasado más de 3,1 millones y representaron el 20,6% del total de contratos, porcentaje ligeramente superior al que se registró en 2022 (19,7%) pero lejos del 27,27% de 2019, antes de la reforma laboral. En comparación con 2006, la proporción de contratos con una duración igual o menor a siete días se incrementó en 2023 en seis puntos.
Por su parte, los contratos con una duración de entre siete y quince días supusieron el 5,78% de todos los contratos firmados en 2023, por encima del 5,3% de 2022, en tanto que los de 15 días a un mes de duración también elevaron su peso en el total de la contratación, desde el 7,08% al 7,23%. En total, un tercio de los contratos suscritos en 2023 duraron un mes o menos.
Al mismo tiempo, los contratos con una duración superior o igual al año sólo representaron el 0,33% del total de contratos firmados en 2023, pero este porcentaje es mayor al de 2022 (0,28%), similar al de 2021 y superior al de 2019 (0,25%). Por contra, es inferior al 0,50% de 2006.
La reforma laboral estableció el contrato indefinido como el ordinario, acabó con los contratos por obra o servicio e introdujo fórmulas para desincentivar los contratos de muy corta duración mediante una penalización en las cotizaciones empresariales.
Además, borró la diferencia entre contratos fijos periódicos y fijos-discontinuos, estableció una nueva definición del concepto de fijo-discontinuo y determinó tanto la posibilidad de que, a través de esta modalidad, pudieran llevarse a cabo las actividades realizadas al amparo de contratas mercantiles o administrativas, como la de formalizar un contrato fijo-discontinuo entre una empresa de trabajo temporal y una persona contratada para ser cedida.
LA DURACIÓN MEDIA DE TODOS LOS CONTRATOS CAE A MÍNIMOS DESDE 2006
Sumando todos los contratos, su duración se situó en 2023 en una media de 46,36 días, su cifra más baja desde 2006, a pesar de que la reforma laboral llevó el total de contratos temporales a mínimos históricos.
Si el dato de 2023 se compara con el de 2019, en ausencia de pandemia y antes de la entrada en vigor de la reforma laboral de 2021 dirigida a promover la contratación indefinida, la duración media de los contratos firmados el año pasado fue casi tres días inferior.
En 2023 se realizaron 15.444.205 contratos, un 15,6% menos que en 2022. De ellos, más de 8,8 millones fueron contratos temporales, cifra que es la menor de la serie histórica, un 21,8% inferior a la de 2022 y en torno a la mitad de la del periodo 2015-2019, antes de la reforma laboral.
SE DISPARAN LOS FIJOS-DISCONTINUOS
Así las cosas, el número de contratos fijos-discontinuos se ha disparado desde la reforma laboral. En 2023 se realizaron más de 2,3 millones de contratos de esta modalidad, casi nueve veces más de los que se hacían en 2019, antes de la reforma y la pandemia, y 17 veces más de lo que se suscribieron en 2006 (132.181 contratos fijos-discontinuos).
Con la reforma laboral de 2021 se ha reducido el volumen de contratos temporales a mínimos históricos y disparado el peso de los contratos indefinidos sobre el total hasta casi el 43%, frente al porcentaje cercano al 10% que se registraba antes de la entrada en vigor de la norma.
De hecho, en 2023 se firmaron 6.620.983 contratos indefinidos, el equivalente al 42,87% del total, con un descenso del 5,8% sobre 2022. Dentro de los contratos indefinidos efectuados en el conjunto del pasado ejercicio, 2.756.443 fueron a tiempo completo, un 7% menos que en 2022, y 1.550.774 a tiempo parcial, casi un 11% menos que en el año anterior.
A pesar de que el peso de los fijos se ha más que triplicado respecto a los datos anteriores a la reforma y de que nunca se han registrado tan pocos contratos temporales como ahora, la duración media de los contratos se encuentra en mínimos, con apenas 46,3 días frente a los 79,13 días de media de 2006.
Algunos expertos, como los de Fedea, señalan que esta paradoja se debe a que, aunque la reforma laboral ha impulsado al alza la conversión de trabajadores temporales en indefinidos, tanto en el fijo ordinario como en el fijo-discontinuo, también ha elevado la “mortalidad” de los contratos indefinidos ordinarios, de forma que, aunque se hacen más contratos de esta modalidad, su duración es menor.