
Ante la creciente incertidumbre sobre el compromiso de Estados Unidos con la defensa de Europa, las principales potencias militares del continente han comenzado a diseñar planes para asumir un mayor protagonismo en su seguridad. Reino Unido, Francia, Alemania y los países nórdicos encabezan una serie de conversaciones estratégicas con el objetivo de reducir la dependencia de Washington y garantizar la estabilidad de la región.
Un plan para la transición
Estas discusiones, aún en una fase preliminar pero estructurada, buscan evitar un escenario de crisis en caso de que Estados Unidos decida reducir su participación en la OTAN. La posibilidad de una retirada unilateral ha sido un tema de preocupación recurrente debido a las amenazas expresadas en múltiples ocasiones por el presidente Donald Trump sobre debilitar o abandonar la alianza transatlántica.
Los líderes europeos están trabajando en una propuesta que será presentada a Washington antes de la cumbre anual de la OTAN en La Haya. Esta incluiría compromisos concretos para incrementar el gasto en defensa y fortalecer las capacidades militares de Europa, con el objetivo de asegurar una transición gradual en un período de entre cinco y diez años. De esta manera, se buscaría persuadir a Estados Unidos de que acepte un traspaso progresivo de responsabilidades, permitiéndole centrar más su estrategia en Asia.
Estados Unidos, un pilar indispensable
A pesar de los esfuerzos europeos, la presencia militar estadounidense sigue siendo crucial para la seguridad del continente. Además de su capacidad de disuasión nuclear, Washington proporciona infraestructura clave como bases aéreas, navales y tropas, con aproximadamente 80.000 soldados desplegados en Europa. Asimismo, Estados Unidos posee capacidades militares avanzadas que aún no han sido igualadas por sus aliados europeos.
En respuesta a las preocupaciones sobre la posible reducción del respaldo estadounidense, Alemania, Francia y Reino Unido han incrementado su inversión en defensa en los últimos años. De manera paralela, la Unión Europea ha impulsado iniciativas para acelerar el desarrollo de capacidades militares dentro de sus estados miembros. Sin embargo, los analistas advierten que podrían ser necesarios al menos diez años de inversión sostenida para que Europa logre un nivel de defensa autónomo equiparable al actual soporte de Estados Unidos, sin contar la disuasión nuclear.
División de opiniones y retos diplomáticos
Mientras algunos países europeos impulsan activamente la redistribución de responsabilidades en materia de defensa, otros se muestran reticentes por temor a precipitar una retirada más rápida de Estados Unidos. De acuerdo con fuentes diplomáticas, existe escepticismo sobre si Washington estaría dispuesto a aceptar un acuerdo estructurado y, en caso de hacerlo, si lo cumpliría a largo plazo.
No obstante, iniciativas recientes lideradas por Francia y Reino Unido demuestran que Europa ya está dando pasos hacia una mayor independencia en seguridad. Un ejemplo es la conformación de una “coalición de la voluntad” entre varias potencias europeas para apoyar a Ucrania en su guerra contra Rusia. Este esfuerzo, que involucra a más de una docena de países, excluye a Estados Unidos y refleja un cambio de paradigma en la cooperación militar del continente.
El futuro de la OTAN sin Estados Unidos
Pese a la posibilidad de una menor implicación estadounidense, expertos en seguridad argumentan que la OTAN sigue siendo la estructura más eficiente para coordinar la defensa europea. Intentar construir una nueva organización desde cero implicaría enormes desafíos en términos de planificación militar, gobernanza y logística. La propia arquitectura de la OTAN, con su estructura de comando, objetivos estratégicos y el respaldo del Artículo 5 sobre defensa mutua, facilita la continuidad de la seguridad europea incluso con una menor participación de Estados Unidos.
Los analistas coinciden en que, para garantizar una defensa eficaz del continente, se requerirá la colaboración de las potencias navales del Atlántico, los países nórdicos para la seguridad del norte y Turquía en el sureste de Europa, configurando un entramado que la OTAN ya tiene consolidado.
A medida que Europa se enfrenta a un entorno geopolítico cambiante, las discusiones sobre su autonomía en defensa adquieren una importancia cada vez mayor. Aunque la cooperación con Estados Unidos sigue siendo vital, las naciones europeas reconocen la necesidad de fortalecer sus propias capacidades para garantizar la estabilidad del continente en un futuro incierto. La cumbre de la OTAN en La Haya marcará un punto clave en esta transición, donde los líderes europeos intentarán definir el rumbo de la seguridad en la región para la próxima década.