Claves del día de Jose Antonio Vizner
Europa no puede quedarse al margen mientras se toman decisiones cruciales que la afectan directamente. La convocatoria de una cumbre extraordinaria no es más que la reacción lógica ante los recientes acontecimientos: las polémicas declaraciones de JD Vance, el inicio de conversaciones entre Rusia y Estados Unidos sin la presencia europea, y los cuatro puntos fundamentales que nos atañen: la guerra en Ucrania, el comercio y los aranceles, la defensa y la libertad de expresión. No podemos permitir que nuestra voz quede relegada a un segundo plano en asuntos que comprometen nuestro futuro.
El rechazo de Ucrania a la propuesta de Donald Trump de quedarse con la mitad de sus reservas minerales es una muestra de dignidad y autonomía. Pretender que un país en guerra entregue su riqueza como parte de un chantaje es inadmisible. Esto nos recuerda que la política internacional no solo se trata de negociaciones, sino de principios. Ucrania no solo lucha por su territorio, sino también por la soberanía de las naciones frente a imposiciones externas.
Mientras tanto, JD Vance acusa a Europa de limitar la libertad y advierte que el apoyo estadounidense podría verse afectado si no corregimos el rumbo. Pero ¿qué significa realmente “libertad” para aquellos que pretenden imponernos sus condiciones? ¿Libertad para aceptar cualquier decisión sin cuestionarla? Europa debe defender su modelo democrático y su soberanía sin someterse a presiones externas.
En Alemania, la crisis política interna llega en un momento clave, a solo una semana de unas elecciones cruciales. La posibilidad de repetir los comicios abriría la puerta a una radicalización hacia la extrema derecha. La única garantía para evitar este giro es que los socialistas mantengan el llamado “cordón sanitario”. Pero ¿será suficiente? Europa no puede permitirse una Alemania desestabilizada, pues su peso político y económico es vital para el equilibrio del continente.
Yuri Felshtinsky, con razón, advierte sobre el peligro de que el destino de Ucrania sea decidido en un acuerdo entre Trump y Putin, evocando el fantasma de Múnich en 1938. Aquel pacto, en el que Reino Unido y Francia cedieron ante Hitler, fue un error histórico que Europa no puede repetir. Si algo hemos aprendido es que no se debe negociar la soberanía de un país a espaldas de su pueblo. Ucrania merece un apoyo firme y decidido, no una traición disfrazada de diplomacia.
Mientras tanto, en el otro lado del mundo, Javier Milei protagoniza otro episodio de controversia. Su promoción de una criptomoneda que resultó ser un posible fraude deja muchas preguntas en el aire. ¿Cómo es posible que un simple gesto como una foto pueda tumbar la credibilidad de un político? Y, si es así, ¿por qué en España sigue en el poder Pedro Sánchez a pesar de múltiples escándalos? La percepción pública parece funcionar con doble vara de medir: para algunos, la condena es inmediata; para otros, la impunidad es norma.
Milei se apresuró a disculparse, pero el daño estaba hecho. La criptomoneda ‘Libra’ subió tras su mensaje, solo para desplomarse después. En su intento de justificarse, aseguró que solo estaba apoyando un emprendimiento privado sin ninguna vinculación. Sin embargo, el episodio deja claro cómo una simple acción puede desencadenar efectos económicos imprevisibles y cuestionar la responsabilidad de los líderes en el mundo digital.
Europa, Ucrania, Alemania, Estados Unidos y América Latina están atravesando momentos cruciales. No podemos permitirnos la pasividad ni aceptar que otros decidan por nosotros. La historia nos ha enseñado que la inacción y la complacencia tienen un alto costo. Es momento de tomar postura y defender los valores que realmente importan.