El mercado descuenta que la decisión de hoy del Banco Central Europeo respecto a los tipos de interés ha sido una bajada de 25 puntos básicos, hasta el 3,25%. Es la segunda reducción consecutiva, tras el marcado retroceso de la inflación y el escaso crecimiento en el bloque comunitario.
Aunque la inflación ha caído por debajo del 2% por primera vez desde 2021, la mayor preocupación para los de Christine Lagarde es el deterioro del crecimiento económico en la eurozona. Los recientes riesgos globales, incluidos los efectos de la política monetaria de la Reserva Federal, las elecciones presidenciales en Estados Unidos y el conflicto en Oriente Medio, han agregado presión a las decisiones del BCE. Los analistas opinan que acelerar la flexibilización monetaria es lógico dadas las circunstancias.
En septiembre, los funcionarios del BCE indicaron que un tercer recorte de tasas en este ciclo probablemente llegaría en diciembre, coincidiendo con la publicación de nuevas previsiones económicas hasta 2027. Sin embargo, la reciente caída en la producción del sector privado, junto con la expectativa de que Alemania registre su segunda caída anual consecutiva, ha llevado a inversores y economistas a prever un recorte de tasas más inmediato, que podría ser seguido por otros en rápida sucesión.
En términos de crecimiento, el BCE había proyectado una expansión económica del 0,8% para 2024, pero esa cifra parece optimista dado el debilitamiento de la actividad económica en los últimos meses. Mario Centeno, del Banco de Portugal, expresó su preocupación de que una recuperación lenta podría afectar al mercado laboral, lo que a su vez frenaría aún más la actividad económica.
A pesar de los avances en la reducción de la inflación, algunos miembros del BCE siguen preocupados por las presiones subyacentes, especialmente en el sector servicios. Sin embargo, la caída más rápida de lo esperado hacia el objetivo del 2% podrá facilitar recortes adicionales.
Los riesgos geopolíticos también complican el panorama. Joachim Nagel, del Bundesbank, advirtió que una eventual reelección de Donald Trump podría reducir el crecimiento y aumentar la inflación en Europa. Otros analistas, sin embargo, consideran que las políticas económicas de Trump, como el aumento de aranceles y las restricciones a la inmigración, podrían tener un efecto desinflacionario. Además, una escalada en el conflicto entre Israel e Irán podría aumentar los precios del petróleo, lo que supondría un nuevo desafío para la economía europea.
Ante esta situación, Christine Lagarde mantuvo un tono cauteloso en cuanto al futuro ritmo de las medidas, reiterando el enfoque del BCE de “depender de los datos” y decidir “reunión por reunión”. El BCE ha reiterado su compromiso de mantener una política suficientemente restrictiva para garantizar que la inflación se estabilice en el 2% a mediano plazo.