Claves del día de Jose Antonio Vizner
Elon Musk lo ha vuelto a hacer. Con un simple pero cargado tuit, anunció el regreso de Donald Trump a la plataforma X, lo que antes conocíamos como Twitter. Y lo hizo con una referencia literaria potente: “El retorno del rey”, evocando el clásico de Tolkien. Esta elección de palabras no es casual, sino una clara alusión a las narrativas mesiánicas que tantos paralelismos han tenido en la historia contemporánea, especialmente en contextos políticos.
No puedo evitar recordar como, en España, el concepto de libertad fue durante décadas un estandarte asociado a la izquierda. Era la libertad frente al franquismo, una lucha por abrir las ventanas de una dictadura asfixiante. Sin embargo, en tiempos recientes, esa misma izquierda ha mostrado una preocupante tendencia hacia el monopolio del pensamiento correcto, censurando voces que no encajan en su visión del mundo. El episodio de la suspensión de la cuenta de Trump es un ejemplo emblemático de cómo la libertad de expresión puede ser sacrificada en nombre del bien común.
La izquierda estadounidense, tras la victoria demócrata, tomó un rumbo divisorio, empujando al país hacia una polarización sin precedentes. En lugar de tender puentes, buscaron silenciar a quienes se atrevían a disentir. El bloqueo de Trump no solo fue una medida drástica contra un individuo polémico, sino un símbolo de cómo una mitad de la sociedad fue relegada al silencio. La derecha, frustrada y resentida, se sintió expulsada del debate público, refugiada en espacios alternativos. El gesto de Musk es significativo: representa una sacudida al establishment de las grandes tecnológicas que, como Meta, TikTok e Instagram, han sido acusadas de imponer una agenda restrictiva.
La reflexión es sencilla pero poderosa: los gobernantes y quienes administran las plataformas de comunicación masiva deben recordar que sus decisiones afectan a toda la población. Gobernar —o moderar contenido— exige equilibrio y compromiso con la pluralidad, no un apego dogmático a una única ideología.
Mientras tanto, Trump vuelve con su estilo habitual y su política de confrontación. Según Bloomberg, ya está sobre la mesa una propuesta de aranceles del 25% a México y Canadá antes del 1 de febrero, buscando supuestamente enriquecer a los estadounidenses. La Reserva Federal observa expectante las posibles repercusiones económicas. Trump insiste en que su prioridad es llenar los bolsillos del ciudadano común, trasladando la carga fiscal a otros países: “Pondremos los impuestos a los extranjeros en lugar de a nuestros ciudadanos”, declaró recientemente, delineando una visión de un Estados Unidos que, según él, está llamado a renacer.
Con el retorno del rey a la palestra, el debate sobre libertad, censura y poder económico promete ser tan intenso como polarizante. ¿Está preparada la democracia para ello?