El dólar estadounidense ha iniciado la semana con un fuerte avance, alcanzando su nivel más alto en dos años frente a las principales divisas mundiales. Los robustos datos de empleo en Estados Unidos publicados el viernes, que superaron las expectativas con 256.000 nuevos puestos agregados en diciembre, han generado un ajuste en las expectativas de recortes de tasas de interés por parte de la Reserva Federal, fortaleciendo la demanda de dólares.
El índice del dólar, que mide el desempeño de la moneda frente a una canasta de monedas, incluyendo el yen y el euro, alcanzó su punto más alto desde noviembre de 2022. El euro, en contraste, perdió los 1,02 frente al dólar.
Caída de la libra y presión sobre bonos del Reino Unido
La libra esterlina lideró las pérdidas entre las monedas del G10, cayendo un 0,4 % a 1,216 dólares, su nivel más bajo en 14 meses. Esta debilidad continúa tras la liquidación masiva de bonos británicos la semana pasada. Los bonos del gobierno del Reino Unido registraron un nuevo debilitamiento, impulsando el rendimiento a 10 años al 4,89 %, acercándose a máximos de 16 años, en medio de preocupaciones por la economía británica y una venta global de deuda.
Mercados asiáticos afectados por la fortaleza del dólar
Los mercados bursátiles en China, India, Corea del Sur y Australia también sufrieron pérdidas el lunes, arrastrados por las expectativas de una política monetaria más restrictiva en EE. UU.
El índice S&P/ASX 200 de Australia cayó un 1,2 %, el Kospi de Corea del Sur retrocedió un 1 % y el Sensex de la India perdió un 1,1 %. En China, el Hang Seng de Hong Kong bajó un 1 %, mientras que el CSI 300 cayó un 0,3 %.
Petróleo en alza tras nuevas sanciones a Rusia
Los precios del petróleo también subieron, alcanzando su máximo en cuatro meses. El crudo Brent, referencia internacional, aumentó un 2,3 % a 81,65 dólares por barril tras la imposición de nuevas sanciones estadounidenses sobre el petróleo ruso, lo que añadió tensión a los suministros globales de energía.
Este contexto global plantea desafíos para los bancos centrales, que deberán equilibrar las presiones inflacionarias y los efectos de la política monetaria mientras los mercados permanecen atentos a futuros movimientos de la Reserva Federal.