Claves del día de Jose Antonio Vizner
Cuando escucho a la presidenta de la Comisión Europea decir que Europa no llega tarde a la inteligencia artificial (IA), me cuesta no fruncir el ceño. Ursula von der Leyen insiste en que el liderazgo mundial en esta tecnología está en juego, pero la realidad es que Europa lleva años atrapada en una burbuja de autocomplacencia. La cumbre de IA en Francia, auspiciada por Emmanuel Macron, dejó en claro que el problema no es la falta de inversión, sino la falta de ambición real y una regulación que, más que incentivar, parece diseñada para frenar.
Von der Leyen pretende expandir el marco regulatorio sobre IA, pero cuando Estados Unidos y Reino Unido se negaron a firmar, Europa no tuvo más remedio que reconocer que necesita invertir si quiere ser relevante. Pero, ¿será suficiente? La historia reciente nos ha demostrado que la burocracia europea puede acabar ahogando cualquier intento de innovación. Mientras tanto, en el otro lado del Atlántico, la postura es radicalmente diferente.
JD Vance, cercano a la Administración Trump, expuso cuatro puntos clave sobre la IA que contrastan fuertemente con la visión europea. Según él, Estados Unidos debe asegurarse de seguir marcando el estándar global en IA y evitar regulaciones excesivas que podrían asfixiar a una industria que apenas despega. La diferencia de enfoque es clara: mientras Europa se enreda en normativas, Estados Unidos apuesta por el crecimiento y la desregulación. Y no nos engañemos, la historia favorece a los que innovan sin miedo.
Mientras tanto, en el marco de la Conferencia de Seguridad de Múnich, las declaraciones de Volodímir Zelensky causaron revuelo. Insinuar siquiera la posibilidad de intercambiar territorios con Rusia a cambio de una negociación, con la mediación estadounidense, es algo que hasta hace poco habría parecido impensable. Sin embargo, el conflicto lleva tres años y las opciones se reducen. La pregunta es: ¿está realmente Ucrania dispuesta a hacer concesiones o se trata de una estrategia para presionar a sus aliados? La reunión entre Zelensky y el enviado estadounidense será clave para entender el rumbo de esta crisis.
Y en un giro casi surrealista, Elon Musk y Donald Trump han protagonizado un nuevo episodio de política y negocios al más puro estilo estadounidense. Se les ha visto discutiendo sobre Dogecoin y sobre el gasto gubernamental que, según Musk, es desorbitado e insostenible. Trump, siempre oportunista, ha aprovechado para hablar de corrupción y despilfarro, poniendo el foco en los salarios inflados y en el derroche de instituciones como la USAID. Musk, por su parte, advierte sobre el déficit y la deuda: si no se controla, Estados Unidos se encamina a la bancarrota.
Lo que estamos presenciando es un cambio de paradigma en el poder. Ya no se trata de figuras en la sombra como George Soros o del discurso progresista del “wokismo”, sino de una nueva alianza entre la política y las grandes empresas tecnológicas. Trump y Musk representan un bloque dispuesto a tomar el control económico y político con un enfoque pragmático: si el dinero se está desperdiciando, hay que hacer algo al respecto. Y mientras los republicanos buscan respuestas sobre el gasto público, Musk ya empieza a destapar escándalos. ¿Hasta dónde llegará esta cruzada contra el despilfarro?
La diferencia de enfoques entre Europa y Estados Unidos es evidente. Mientras unos regulan, otros innovan. Mientras unos analizan, otros actúan. Y en un mundo donde la inteligencia artificial, la guerra y la economía están en juego, quedarse rezagado no es una opción. Europa necesita despertar antes de que sea demasiado tarde.