Afirma que tiene un carácter “predominantemente transitorio” y advierte de los denominados ‘efectos de segunda vuelta’ en los salarios
MADRID, 17 (EUROPA PRESS)
El Banco de España prevé que la tasa de variación interanual del Índice de Precios de Consumo Armonizado (IPCA) general alcance un máximo entre el último trimestre de 2021 y el primero de 2022, y se reducirá posteriormente de forma progresiva, aunque en términos de las tasas medias anuales se acelerará desde el 3% en 2021 hasta el 3,7% en 2022.
Las previsiones del Banco de España en cuanto a las tasas medias anuales de inflación se han elevado para 2021 del 2,1% estimado en septiembre al 3%, mientras que para 2022 han aumentado del 1,7% al 3,7%, según se desprende de su último Informe Trimestral de la Economía Española publicado este viernes.
El aumento interanual de los precios de consumo, medidos a través del índice armonizado de precios de consumo (IAPC), ha pasado del -0,6% en diciembre de 2020 al 5,5% en noviembre de 2021, su cota más alta desde septiembre de 1992. Este fuerte repunte ha respondido, principalmente, al intenso crecimiento de los precios energéticos (y, en particular, de la electricidad) y, en menor medida, al incremento de los precios de los servicios.
TASAS ALTAS DE INFLACIÓN HASTA LA PRIMAVERA
El Banco de España afirma que la información disponible apunta a un mantenimiento de las presiones inflacionistas en cotas similares a las actuales hasta la primavera aproximadamente. “Por tanto, este factor continuará comprimiendo las rentas de los agentes y, con ello, su capacidad de gasto”, advierte el organismo que encabeza Pablo Hernández de Cos.
En todo caso, los factores que han influido en mayor grado en la evolución de la inflación a lo largo de 2021 tienen, en principio, un carácter “predominantemente transitorio”, asegura el organismo.
Como consecuencia de esta desaparición de los efectos transitorios, la tasa anual se reduciría con intensidad en 2023 (hasta el 1,2%), mientras que en 2024 se observaría un ligero repunte, hasta el 1,5%, como reflejo de la evolución de los componentes no energéticos.
En cuanto a la inflación subyacente, el nivel máximo se alcanzaría unos meses más tarde que en el caso del índice general, tras lo cual disminuiría, entre finales de 2022 y comienzos de 2023, como resultado del desvanecimiento de los cuellos de botella. En el último bienio del horizonte de proyección, la reducción paulatina del grado de holgura cíclica daría lugar a un aumento sostenido, aunque moderado, de la tasa de inflación subyacente, hasta alcanzar, en promedio, el 1,6% en 2024.
AVISOS EN CASO DE QUE PERDURE EL FENÓMENO
El escenario central del Banco de España asume que el actual repunte de la inflación de los precios energéticos y de numerosos bienes intermedios tendrá un carácter “transitorio”.
Sin embargo, advierte de que cuanto mayor sea la duración de ese episodio de aumento de algunos precios y costes, más elevada será la probabilidad de que se filtre, de modo más generalizado, al conjunto de precios finales de la economía, así como a las demandas salariales, lo que generaría fenómenos inflacionistas más persistentes.
Con todo, el Banco de España ha alertado de que en el caso hipotético de que se produzcan desviaciones materiales de las expectativas de inflación de medio plazo por encima del objetivo de la política monetaria, podrían terminar viéndose afectadas las condiciones financieras, con posibles efectos adversos sobre la vulnerabilidad de los agentes más endeudados y sobre la disponibilidad y el coste de los nuevos flujos de financiación.
POCA TRANSMISIÓN A LOS SALARIOS POR EL MOMENTO
Por su parte, el organismo ha explicado que la transmisión del repunte de la inflación a las demandas salariales constituye el punto de partida de lo que se denomina habitualmente ‘efectos de segunda vuelta’, de acuerdo con los cuales los aumentos de costes salariales y precios se realimentan mutuamente.
El supuesto realizado en el escenario central de que esa transmisión será reducida se fundamenta en el carácter plurianual de la negociación colectiva y en la reducida prevalencia actual de las cláusulas de salvaguarda.
Además, previsiblemente, apunta que el grado de holgura que aún presenta la economía supondrá, a corto plazo, una fuente de contención adicional de las demandas de incrementos salariales, al menos en los sectores más retrasados en la recuperación.
Por el momento, la hipótesis “de escasa traslación del repunte inflacionista a los salarios” se está viendo confirmada en la práctica, aunque hay que tener en cuenta que la información disponible hasta el mes de noviembre recoge aún, fundamentalmente, la evolución de la negociación en meses con tasas de inflación más reducidas.
Además, no se puede descartar que una hipotética mayor persistencia de los actuales aumentos de precios y de costes intermedios diera lugar a una mayor transmisión a los costes laborales.