El ataque a Trump levanta las alarmas sobre la polarización social que lleva a la violencia extrema
David McCormick, ex CEO de Bridgewater, comentó: “Vamos a tener un conflicto de ideas, pero eso no tiene por qué conducir a un conflicto que se vuelva violento. Podemos estar muy en desacuerdo sobre las ideas y aún así ser capaces de encontrar una manera de unirnos como estadounidenses. Y esto es a lo que espero que este momento nos lleve. Es difícil imaginar que esta retórica violenta y polarizada no esté contribuyendo a la violencia que estamos viendo”.
Este movimiento hacia Trump plantea una pausa en la polarización en el mundo. En un mundo tan polarizado, se intenta plantear si una unificación mundial entre ambos bloques es necesaria.
Se plantean dos dudas: ¿La izquierda mundial ha apoyado directa o indirectamente a movimientos violentos como Antifa? ¿Debe la izquierda mundial establecer un cordón sanitario a los movimientos de extrema izquierda? ¿Se le ha ido de las manos a la izquierda el movimiento polarizado? ¿Qué habría pasado si de verdad el disparo a Donald Trump hubiera llegado a su objetivo? ¿Se justifican los movimientos violentos de la extrema izquierda por estar mirando a la extrema derecha? Los movimientos violentos están intentando implantarse en el Parlamento. Como la extrema izquierda tiene mejor prensa, no está pasando nada.
El elemento fundamental es cuánto aporta la violencia en la política: los demócratas lo ven como un gran problema en un 47%, mientras que los republicanos en un 57%. Es algún problema en un 37%. Los cargos públicos no deberían poder insultar en ningún momento a nadie. En el Gobierno de España, nadie ha salido a corregir los insultos a ciudadanos por parte de cargos públicos. Hay que mandar un mensaje a los políticos sobre cómo deberían comportarse. La polarización extrema lleva a lo visto: Donald Trump intentando ser asesinado.