Estados Unidos y sus aliados occidentales están trabajando para limitar la respuesta de Israel tras el ataque masivo con misiles balísticos lanzado por Irán, con el objetivo de evitar que el conflicto en Oriente Medio se descontrole y derive en una guerra regional de mayor envergadura.
Washington ha expresado su apoyo al derecho de Israel a defenderse, pero también está manteniendo contactos frecuentes con funcionarios israelíes para aconsejarles sobre los próximos pasos. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se reunió virtualmente el miércoles con los líderes del G7 para coordinar sanciones contra Teherán y debatir sobre la respuesta militar israelí.
“Estamos de acuerdo en que Israel tiene el derecho de responder, pero debe hacerlo de manera proporcional”, comentó Biden tras la llamada con los líderes del G7. A pesar de estas conversaciones, los funcionarios estadounidenses reconocen que su capacidad para influir en las decisiones de Israel podría ser limitada.
Israel está evaluando varias opciones de represalia, que incluyen ataques a lanzadores de misiles o infraestructura petrolera iraní. Aunque algunos sectores en Israel han presionado por ataques contra las instalaciones nucleares de Irán, fuentes cercanas al tema afirman que esta opción no está sobre la mesa en estos momentos, en parte debido a la oposición de Biden a tal medida. En cambio, Estados Unidos y sus aliados están recomendando a Israel centrarse en objetivos estrictamente militares.
Sin embargo, las autoridades occidentales son conscientes de que Israel podría sentirse envalentonado por su reciente éxito en eliminar a gran parte de la cúpula de Hezbolá, respaldado por Irán, incluido su líder Hassan Nasrallah, lo que podría hacer que el gobierno israelí esté dispuesto a asumir riesgos militares y políticos para lograr una victoria estratégica contra Teherán.
El portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos, Matt Miller, subrayó que, aunque Israel es un aliado cercano, “son un país soberano y toman sus propias decisiones”.
El ataque de Irán el martes, que fue en represalia por la muerte de Nasrallah la semana pasada, fue significativamente mayor que el lanzado en abril, duplicando la cantidad de misiles balísticos. No obstante, la mayoría de estos proyectiles fueron interceptados por las defensas aéreas israelíes.
El asesor de seguridad nacional de Estados Unidos, Jake Sullivan, advirtió que Irán enfrentará “severas consecuencias” por los ataques y calificó la ofensiva como “ineficaz”. Asimismo, aseguró que Estados Unidos continuará colaborando con Israel para garantizar su seguridad.
Sin embargo, los analistas señalan que el respaldo de Washington a una respuesta israelí no implica un “cheque en blanco”. El objetivo principal de Estados Unidos y sus aliados es evitar una escalada mayor por parte de Irán. Dana Stroul, exfuncionaria del Pentágono y experta en Oriente Medio, advirtió que la administración Biden busca reducir las tensiones para evitar una guerra regional total que podría causar daños colaterales y numerosas víctimas civiles en toda la región.