Se habla mucho de sostenibilidad en el sector de la automoción. Está muy presente la apuesta por los vehículos sostenibles (sobre todo los eléctricos) con los que se están volcando administraciones y empresas. Además, estas últimas tratando de actualizarse tecnológicamente para seguir el ritmo y la necesidad que marca esta nueva sostenibilidad. Pero lo cierto es que España sigue teniendo uno de los parques automovilísticos más viejos, con una media de casi 15 años de antigüedad.
Ahora, un estudio elaborado por el Arval Mobility Observatory indica que el parque sigue creciendo (en 2023, un 1,7%), a la vez que lo hace la edad media -o, lo que es lo mismo, la antigüedad-, con lo que se estima que en 2027 se superarán los 30 millones de vehículos, de los que en su mayoría seguirán siendo vehículos contaminantes y poco seguros.
El propio director general de la DGT, Pere Navarro, ha comentado que “el mismo siniestro en el que sales ileso con un vehículo de menos de 5 años tiene graves consecuencias en uno antiguo. El riesgo de fallecer o resultar herido grave se multiplica por dos al comparar los accidentes de vehículos de 10 a 15 años con los de menos de 5 años”. Según estas declaraciones de la mayor entidad de tráfico, sigue sin ser muy comprensible que se siga apostando desde las Administraciones por ayudas para el vehículo eléctrico -que no se discute su aportación para mejorar el medio ambiente y la sostenibilidad-, al que no todas las economías pueden tener acceso, en lugar de promover planes o incentivos destinado a vehículos seminuevos, que cuentan con todas las garantías y posibilidades para reducir la siniestralidad frente a vehículos con una media de 15 años y que, además, sería una iniciativa eficaz para reducir la vejez del parque español.
En realidad, y actualmente, los vehículos con energías alternativas que circulan por nuestro país sólo representan el 3,8% del parque, una cuota que aumenta ligeramente si nos referimos únicamente a turismos (4,6%), pero que desciende en los comerciales ligeros al 1,2%, una categoría en la que los vehículos diésel copan el 95% del parque. A todo esto se suman la normativas que aplica la DGT sobre la posibilidad de poder circular o no por las zonas de bajas emisiones de las ciudades más grandes con vehículos catalogados por etiquetas, sobre todo si pensamos que un 26% del parque ni siquiera tiene etiqueta ambiental. Pero este es otro tema que da mucho que hablar, aunque lo que sí hace es dar aún más significado a la pregunta: ¿dónde está la sostenibilidad?