Claves del día de Jose Antonio Vizner
La reciente destrucción de carreteras intercoreanas por parte de Corea del Norte es otro ejemplo preocupante del aumento de las tensiones en la península coreana. Este movimiento, claramente calculado, marca una nueva escalada en la confrontación entre Pyongyang y Seúl. Mientras tanto, en la región de Asia-Pacífico, la situación se vuelve más compleja con los ejercicios militares y nucleares de China en Taiwán, que parecen ser ensayos para una posible invasión de la isla. La región está viviendo un momento de gran inestabilidad y este aumento de las tensiones nos empuja a reflexionar sobre lo que podría venir.
En el ámbito global, la guerra entre Israel e Irán sigue alterando los mercados energéticos. A pesar de que el gobierno de Netanyahu ha asegurado que no atacará instalaciones petroleras, las tensiones geopolíticas están afectando al precio del crudo. En este contexto, el petróleo Brent ha sufrido una caída del 3%, en ciertos momentos del 5%, situándose por debajo de los 75 dólares por barril. No cabe duda de que China, con su menor demanda de petróleo, también juega un papel en esta dinámica. No obstante, la posibilidad de que Israel ataque bases militares iraníes está sobre la mesa y esto podría desestabilizar aún más el mercado energético.
Las declaraciones de Netanyahu, según las cuales escuchará a Joe Biden, pero tomará las decisiones que considere mejores para Israel, refuerzan la sensación de incertidumbre. La posible escasez de misiles de defensa aérea, como lo ha destacado Financial Times, plantea un dilema crucial para Israel: ¿cómo avanzar en un conflicto con Irán si se enfrenta a un déficit de armamento? Esta falta de misiles, junto con la dependencia del apoyo estadounidense, deja claro que la industria de defensa global necesita reaccionar con rapidez. El mundo está en conflicto, y la capacidad de suministro militar no parece estar a la altura de las circunstancias.
En cuanto a Europa, el panorama económico es sombrío. El euro ha caído por debajo de los 1.0888 frente al dólar, mientras la moneda estadounidense se mantiene firme en 1,3. Es evidente que Europa enfrenta serios problemas económicos, y parece estar atrapada en su propia crisis. La imagen de una Europa constreñida y sin dirección es desalentadora. Como bien comenta Bloomberg, “la enfermedad de Europa es Europa”. La burocracia y la falta de un plan claro están llevando al continente a un callejón sin salida, y esta situación se agravará si no se toman decisiones decisivas.
Con la reunión del Banco Central Europeo programada para el jueves, es difícil imaginar cómo los ministros lograrán abordar este complejo escenario sin un plan claro. Tres puntos fundamentales emergen en este contexto: el desacoplamiento económico, la política de tipos de interés, y las presiones inflacionarias. A pesar de los paralelismos con las políticas de Estados Unidos, Europa sigue enfrentándose a sus propios desafíos estructurales, como el empleo y la inflación.
Es posible que Europa deba revivir el espíritu de “Whatever It Takes”, aquella famosa declaración del BCE para salvar la deuda de la eurozona. En estos momentos, los inversores son más necesarios que nunca para evitar que Europa caiga en una nueva crisis. Lo que está claro es que la falta de un plan y la burocracia interminable no son suficientes para enfrentar los retos económicos actuales. Si Europa no toma las riendas de su destino, corre el riesgo de prolongar su agonía.