
Estados Unidos ha entrado oficialmente en una nueva era de tensiones comerciales globales tras la entrada en vigor de una batería de aranceles impulsada por el presidente Donald Trump. A medianoche del miércoles en Washington, sin una nueva prórroga desde la Casa Blanca, se activaron medidas arancelarias sin precedentes que afectarán profundamente las relaciones económicas con decenas de socios internacionales.
Uno de los puntos más críticos es el nuevo arancel del 104 % impuesto a las importaciones provenientes de China, lo que reducirá drásticamente el intercambio entre las dos principales potencias económicas del mundo. Este movimiento marca una ruptura tajante con décadas de políticas orientadas a la liberalización del comercio global, y apunta hacia una reconfiguración sustancial del mapa comercial internacional si estas medidas se mantienen en el tiempo.
Los mercados no tardaron en reaccionar. Las bolsas asiáticas prolongaron su caída, sumándose al retroceso que comenzó cuando Trump anunció estos aranceles la semana pasada durante lo que denominó el “día de la liberación”. También cayeron los bonos del Tesoro estadounidense, el yen japonés, el dólar y los futuros del índice S&P 500, reflejando la preocupación de los inversores.
Esta decisión marca un giro decisivo en la política comercial estadounidense desde que Trump regresó al poder. Según el mandatario, el actual sistema económico global ha sido profundamente injusto para Estados Unidos, una idea que ha reforzado su enfoque proteccionista en busca de lo que describe como un comercio “más equitativo”.
Desde la Casa Blanca, funcionarios como el secretario del Tesoro, Scott Bessent, han intentado suavizar el impacto al insinuar posibles conversaciones comerciales con países como Japón y Corea del Sur. Estos comentarios despertaron cierto optimismo entre los inversores, que esperaban una postura menos rígida por parte del presidente tras las presiones de empresarios influyentes, aliados estratégicos y figuras del Partido Republicano.
Sin embargo, Trump dejó claro en un evento de recaudación de fondos republicano que no tiene intención de ceder. “Otros países quieren llegar a un acuerdo con nosotros, pero no necesitamos necesariamente ningún acuerdo. Estamos bien como estamos”, declaró con tono desafiante. Más tarde, reforzó su mensaje en Truth Social, asegurando estar “orgulloso de ser el presidente de los trabajadores, no de los subcontratistas”, y prometió seguir defendiendo los intereses de Main Street frente a Wall Street.
Pero los riesgos económicos son ineludibles. Analistas advierten de que los movimientos simultáneos en bonos y acciones son coherentes con una fuerte revisión a la baja del crecimiento económico de EE. UU., y temen una combinación peligrosa de recesión e inflación.
En los mercados asiáticos, el rendimiento de los bonos del Tesoro a 10 años se disparó al 4,46 %, mientras que los futuros del S&P 500 bajaron un 1,9 %. Desde el anuncio inicial de los aranceles, el índice ha perdido alrededor de 6,2 billones de dólares en valor de mercado.
El impacto también se siente en el mercado energético. El precio del crudo Brent cayó un 4 %, situándose en 60,36 dólares por barril, mientras que el West Texas Intermediate retrocedió un 4,4 % hasta los 56,97 dólares, su nivel más bajo en cuatro años. La expectativa de una recesión global está golpeando fuertemente la demanda proyectada de energía.
La decisión ha provocado un fuerte rechazo en Wall Street y en algunos sectores del propio Partido Republicano. Incluso dentro del círculo cercano de Trump, hay divisiones. Mientras Bessent promueve la vía del diálogo con aliados asiáticos, Peter Navarro, principal asesor comercial del presidente, publicó un artículo en Financial Times en el que insistía en que esta política no está abierta a negociación.
El enfrentamiento llegó también al terreno personal. Elon Musk, asesor de Trump y director ejecutivo de Tesla, criticó duramente a Navarro, a quien calificó de “imbécil” y “más tonto que un saco de ladrillos”, luego de que este insinuara que la oposición del empresario a los aranceles respondía a intereses egoístas.
Con el mundo mirando de cerca, el nuevo capítulo de la guerra comercial de Trump no solo redefine el papel de Estados Unidos en el comercio global, sino que también pone a prueba la estabilidad económica mundial en uno de sus momentos más frágiles.