Los últimos datos económicos de China revelan un panorama sombrío. En agosto, el país experimentó una deflación acompañada por una caída en las ventas minoristas, lo que ha generado preocupaciones entre los inversores y economistas. Alicia García Herrero, economista jefe para Asia-Pacífico en Natixis, advierte de que los problemas económicos de China no se limitan a una falta de confianza en el mercado: “El problema no es solo la confianza, es que no hay consumo. La renta disponible no crece y el desempleo juvenil sigue siendo elevado. Esto exige reformas estructurales”.
A pesar de las expectativas generadas, los esfuerzos del gobierno chino por revertir la situación no han sido suficientes. En una rueda de prensa reciente, el presidente Xi Jinping anunció un adelanto de 100.000 millones de yuanes de la emisión prevista para 2025. Sin embargo, según García Herrero, esto no será suficiente para impulsar el consumo de manera efectiva: “Han creado muchas expectativas para luego no decir nada. Sin un paquete fiscal bien dirigido al consumo, la crisis no se resuelve”. La economista enfatiza que, sin estas medidas, los problemas estructurales de la economía china seguirán frenando su recuperación.
Para los inversores, esta falta de acción ha sido decepcionante. En palabras de García Herrero, “la rueda de prensa ha sido decepcionante”. El mercado esperaba medidas más concretas para abordar los desafíos de la segunda economía más grande del mundo, pero se encontró con anuncios insuficientes.
El caso de Estados Unidos
A nivel global, las consecuencias de la desaceleración económica de China podrían ser limitadas, al menos en lo que respecta a Estados Unidos. Según García Herrero, “a Estados Unidos no le puede afectar lo que ocurra en China. No depende del gigante asiático para su crecimiento”. De hecho, la economista recuerda que, en 2016, hubo dudas sobre la fortaleza de la economía estadounidense, pero los datos recientes muestran una recuperación sólida. Sin embargo, advierte de que un colapso del mercado bursátil chino podría tener repercusiones globales: “Si hay un pánico bursátil que se contagia al resto del mundo, Estados Unidos entraría en juego”.
En resumen, mientras China enfrenta importantes retos económicos, la falta de medidas fiscales orientadas al consumo y la creación de empleo juvenil siguen siendo obstáculos para su recuperación. Aunque el impacto directo en otras economías, como la estadounidense, podría ser limitado, el riesgo de un contagio financiero sigue presente.