
El presidente Donald Trump ha marcado un giro en la política exterior de Estados Unidos al distanciarse de sus aliados tradicionales en el conflicto de Ucrania. En una serie de movimientos diplomáticos, su administración ha retirado el respaldo a las resoluciones que condenan la invasión rusa de 2022, generando preocupación entre las potencias europeas y el Grupo de los Siete (G-7).
En la Asamblea General de la ONU, EE. UU. y Rusia votaron juntos contra una resolución impulsada por Europa que denunciaba la agresión de Moscú. Más tarde, en el Consejo de Seguridad, Washington aprobó una resolución que pedía el fin del conflicto sin señalar responsabilidades, un drástico cambio respecto a la política de la administración de Joe Biden. De manera paralela, el G-7 rompió con su protocolo y no emitió una declaración conjunta por el tercer aniversario de la guerra, debido a la negativa estadounidense de condenar explícitamente a Rusia.
Conversaciones directas entre Trump y Putin
Trump aseguró estar en “conversaciones serias” con el presidente ruso, Vladimir Putin, para negociar un acuerdo de paz sin la intervención de Europa ni Ucrania. En redes sociales, el mandatario afirmó que el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, podría viajar a Washington en los próximos días para firmar un pacto sobre recursos naturales. Según Trump, este acuerdo es clave para poner fin a la guerra y garantizar que EE. UU. recupere su inversión en ayuda a Ucrania.
Mientras tanto, líderes europeos manifestaron su inquietud por la aparente alineación de Trump con Moscú. La Casa Blanca ha mostrado disposición a aceptar demandas clave de Rusia, como la exclusión de Ucrania de la OTAN y la retención de territorios ocupados durante la guerra, lo que generó críticas dentro del bloque occidental.
Europa busca un papel en las negociaciones
El presidente francés, Emmanuel Macron, viajó a Washington en un intento por asegurar que Europa tenga un rol en las conversaciones de paz. En una conferencia de prensa conjunta, describió el momento como un “punto de inflexión” y manifestó la disposición de la Unión Europea a enviar tropas de paz a Ucrania una vez que se alcance un acuerdo duradero.
Sin embargo, Trump evitó comprometerse con un papel europeo en las negociaciones y no hizo referencia a garantías de seguridad para Ucrania, una prioridad para Kiev. La falta de consenso con Washington quedó en evidencia cuando otros líderes europeos, junto con el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, visitaron Ucrania en el tercer aniversario de la invasión como muestra de apoyo a Zelenski.
Putin ve con buenos ojos la postura de Trump
Desde Moscú, Putin ha respondido positivamente a la propuesta de Trump, ofreciendo permitir inversiones estadounidenses en recursos minerales de Rusia y en territorios ocupados en Ucrania. También manifestó su disposición a vender aluminio a EE. UU. si se levantan las sanciones impuestas contra el Kremlin. En declaraciones a la televisión estatal, calificó la idea de Trump de reducir el gasto en defensa en un 50% como un “buen enfoque” para mejorar las relaciones bilaterales.
División en la ONU y el G-7
En la ONU, la resolución respaldada por Europa obtuvo 93 votos a favor, 18 en contra y 65 abstenciones. Estados Unidos se alineó con Rusia, Bielorrusia y Corea del Norte al votar en contra. En un giro inesperado, Washington se abstuvo de votar su propia resolución cuando fue enmendada para responsabilizar a Moscú por la guerra. En el Consejo de Seguridad, la versión original de la resolución estadounidense fue aprobada con apoyo ruso y chino, una situación inédita en el conflicto.
En el G-7, los intentos de los diplomáticos por acordar una declaración conjunta fracasaron, ya que EE. UU. se opuso a incluir referencias a garantías de seguridad más fuertes para Ucrania y a nuevas sanciones energéticas contra Rusia. Una llamada entre los líderes del grupo no logró destrabar el impasse, reflejando la creciente brecha entre Washington y sus aliados tradicionales.
Un nuevo rumbo para la política exterior estadounidense
El cambio de postura de Trump ha generado incertidumbre en la comunidad internacional. Mientras sus aliados europeos buscan reforzar su compromiso con Ucrania, la administración estadounidense parece optar por una estrategia que favorece los intereses de Moscú.