Como ya ha sucedido en Francia, Austria no será gobernada por el partido de extrema derecha ganador de las elecciones. Los partidos políticos tradicionales se han comprometido a bloquear el ascenso del Partido de la Libertad (FPÖ), de ultraderecha, tras las elecciones nacionales celebradas el pasado domingo. A pesar de que el FPÖ, liderado por Herbert Kickl, obtuvo la mayoría de los votos por primera vez en unas elecciones nacionales, parece improbable que participe en el próximo gobierno. Este movimiento refleja los esfuerzos más amplios en Europa por contener el avance del populismo, que ha ganado terreno en varios países del continente debido al descontento popular con temas como la inflación y la inmigración.
El FPÖ gana las elecciones, pero es excluido del gobierno
El resultado electoral, aunque histórico para el FPÖ, podría ser solo una victoria simbólica. A pesar de su éxito en las urnas, todos los demás partidos que aspiran a escaños en el Parlamento han prometido no formar coalición con Kickl. Esta exclusión, que le priva de alcanzar el 50% necesario para gobernar, deja al FPÖ fuera de las negociaciones para formar el próximo gabinete de Austria.
Este bloqueo a la extrema derecha no es un caso aislado en Europa. En Alemania, la AfD, un partido de tendencia similar, también ha sido excluida de las coaliciones tras obtener buenos resultados en elecciones regionales, y en Francia, la izquierda impidió que la Agrupación Nacional de Marine Le Pen avanzara en las elecciones de julio. Sin embargo, los partidos populistas siguen siendo una fuerza poderosa, movilizando a sectores importantes de la población.
Coaliciones difíciles y el regreso del bipartidismo
El escenario político en Austria ahora se dirige hacia largas negociaciones para formar una coalición de gobierno. Los principales contendientes para liderar esta alianza son el Partido Popular (ÖVP), del actual canciller Karl Nehammer, y los Socialdemócratas (SPÖ). Aunque estos partidos no han gobernado juntos en los últimos años, el resultado de las elecciones abre la posibilidad de que se unan nuevamente para frenar a la extrema derecha. Esta combinación de los dos partidos tradicionales ha sido una fórmula común en la política austriaca desde la Segunda Guerra Mundial, y podría repetirse para evitar que el FPÖ llegue al poder.
Según los resultados preliminares, el ÖVP y el SPÖ juntos suman 93 escaños, suficientes para formar una mayoría en el Parlamento. No obstante, podrían optar por incluir a un tercer partido en la coalición, y el más probable sería el liberal NEOS, con el fin de ampliar su base de apoyo y garantizar una mayor estabilidad. Esta alianza tripartita sería la primera en la historia reciente de Austria, lo que indica la magnitud del desafío que representa el FPÖ y el populismo en general.
La figura Herbert Kickl
Uno de los principales obstáculos para la participación del FPÖ en el gobierno es su líder, Herbert Kickl, una figura profundamente polarizante en la política austriaca. Kickl ha adoptado una retórica dura en temas clave como la inmigración y la guerra en Ucrania. Se ha comprometido a deportar a los solicitantes de asilo y a cortar el apoyo a Ucrania en su lucha contra la agresión rusa, lo que lo ha convertido en una figura difícil de integrar en cualquier coalición.
El propio Nehammer ha descartado públicamente la posibilidad de formar gobierno con el FPÖ mientras Kickl siga siendo su líder, calificando esa opción de “imprudente”. Esta postura ha sido respaldada por los demás partidos principales, quienes ven a Kickl como una “presencia tóxica” que no puede formar parte de un gobierno democrático. Sin embargo, Kickl ha aprovechado su exclusión para reforzar su discurso populista, acusando a sus rivales políticos de ignorar la voluntad de los votantes.
El papel del presidente Van der Bellen
El presidente de Austria, Alexander Van der Bellen, será clave en las próximas semanas, ya que es quien debe juramentar al nuevo gobierno. Van der Bellen ya ha dejado claro que velará por el respeto a los principios democráticos y los valores europeos en cualquier coalición que se forme. En un mensaje contundente, subrayó la importancia del Estado de derecho, la separación de poderes, los derechos humanos, los derechos de las minorías y la independencia de los medios de comunicación.
Además, destacó que la pertenencia de Austria a la Unión Europea es una piedra angular de su política exterior, un tema en el que el FPÖ ha mostrado una postura crítica en el pasado. Esto refuerza la idea de que el partido de extrema derecha tendrá dificultades para integrarse en un futuro gobierno.
Un resurgimiento complicado del FPÖ
El resurgimiento del FPÖ bajo el liderazgo de Kickl es notable, considerando que hace solo unos años el partido quedó desacreditado por el escándalo de Ibiza, que resultó en la destitución del FPÖ del gobierno en 2019. El escándalo implicaba a altos cargos del partido en un esquema de corrupción que sacudió la política austriaca y provocó nuevas elecciones.
A pesar de este oscuro capítulo, el FPÖ ha logrado reponerse y atraer nuevamente a un número considerable de votantes. Sin embargo, su retórica antiinmigrante y su postura crítica hacia la UE siguen siendo barreras importantes para su participación en el gobierno. A diferencia de sus antiguos líderes, como Joerg Haider y Heinz-Christian Strache, que tenían un estilo más magnético, Kickl no ha logrado ganarse el apoyo necesario para superar la resistencia de los partidos tradicionales.