Thomas Planell, analista de DNCA (Natixis IM)
Los mercados temen tipos más altos durante más tiempo y cuestionan el margen de maniobra de la Fed. Desde finales de marzo, el nerviosismo se ha dejado sentir en los mercados de renta fija y de divisas. El peso mexicano perdió hasta un 5% frente al dólar y el euro sigue en el limbo. En los últimos días, el bitcoin, por debajo de los 60.000 dólares, ha sufrido la peor semana de reembolsos de criptodivisas desde junio de 2022. La volatilidad se ha extendido incluso al yen, desacostumbrado a fluctuaciones diarias cercanas al 3%. Además, la caída del yuan plantea interrogantes en un momento en que China amasa con avidez recursos estratégicos como el cobre y el oro. ¿Se está preparando para una devaluación agresiva de su moneda? Las consecuencias globales no deben tomarse a la ligera.
Para algunos, los tipos más altos son un regalo del cielo. En esta temporada de resultados, y en este primer mes de descenso desde octubre de 2023 para los mercados europeos, los bancos están destacando. Los resultados son dispares, pero los efectos de unos tipos más altos durante más tiempo están llevando a los inversores a revisar sus expectativas de margen de interés para el sector. El intento de fusión del BBVA con el Sabadell reaviva el interés especulativo. Lo mismo ocurre en el sector minero, con el interés de Glencore por AngloAmerican tras el rechazo de la oferta de BHP.
Los resultados de las empresas europeas no son los culpables de esta caída primaveral, ya que el descenso de los beneficios fue ligeramente menos grave de lo previsto en el primer trimestre. Los márgenes se mantienen, a veces en detrimento de los volúmenes. Los productos farmacéuticos, químicos y de consumo básico dieron sorpresas positivas y se beneficiaron de la rotación. Las decepciones se centraron en los valores tecnológicos, los semiconductores y el consumo discrecional, donde las expectativas parecían demasiado elevadas. Se vislumbran indicios del fin de la recesión de beneficios y la renta variable europea registra sus primeros flujos positivos desde diciembre de 2023. Esperemos que dure…
En contra de todas las expectativas, el inesperado ganador del mes pasado fue probablemente el mercado de renta variable chino, que se alzó en el podio de los resultados. La esperanza de una reactivación de los sectores inmobiliario y automovilístico, en vísperas de la próxima reunión del Politburó, alimenta el apetito por el riesgo. Pero los indicadores macroeconómicos de los últimos días (los PMI manufacturero y de servicios siguen rondando la marca neutral de 50) no son más alentadores que las últimas publicaciones estadounidenses.
Por desgracia, fuera de Europa, el impulso de la actividad económica mundial parece haberse detenido en abril. La narrativa de un auge inflacionista del crecimiento está siendo sustituida por el temor a una ralentización económica, no lo suficientemente desinflacionista a los ojos del mercado… La cuestión ahora es si se trata de un fenómeno temporal (quizá acentuado por el nerviosismo político: las elecciones estadounidenses, la crisis de Gaza y sus repercusiones en los campus americanos, las renovadas tensiones comerciales entre China y EE.UU…) o si ya es hora de prepararse, como dice el refrán, para vender en mayo, y ser defensivo en su asignación para el verano (Sell in May, and go away”)?