Claves del día de Jose Antonio Vizner
Vivimos un momento de transición histórica. Con la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, el escenario global parece moverse hacia nuevas reglas en las relaciones internacionales. Los recientes comentarios del ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, reflejan un cambio profundo en el equilibrio de poder: Occidente, según él, ya no puede gobernar el mundo.
Las palabras de Lavrov resuenan como un eco del fin de una era que comenzó con la hegemonía española bajo los Reyes Católicos, pasó por el dominio francés en los siglos posteriores y consolidó a Estados Unidos como líder indiscutido del orden global tras la Segunda Guerra Mundial. Pero ahora, afirma Lavrov, es tiempo de ceder espacio al Sur Global, dando protagonismo a actores como China, India, México y América Latina.
Lavrov no se detiene ahí. Su crítica hacia la OTAN es severa, acusándola de no cumplir sus compromisos y señalando que por primera vez un líder occidental —Donald Trump— ha reconocido las mentiras sobre estas promesas incumplidas. Según Lavrov, esta admisión de Trump cambia las reglas del juego. Ahora, las negociaciones sobre Ucrania podrían desarrollarse con mayor claridad, ya que las acusaciones de engaño por parte de la OTAN han salido a la luz de manera oficial. Este reconocimiento, aunque tardío, refuerza la posición rusa y redefine los términos de la discusión.
Europa, atrapada entre sanciones y dependencia
Mientras tanto, la Unión Europea sigue navegando aguas inciertas. A casi tres años del inicio del conflicto en Ucrania, las sanciones contra Rusia se endurecen nuevamente, esta vez apuntando al gas natural licuado (GNL) y al aluminio rusos. Sin embargo, esta medida llega con retraso y sin una coherencia estratégica evidente. Países como España, Francia y Bélgica han incrementado significativamente sus compras de GNL ruso, a pesar de las alternativas disponibles como el gas argelino o el GNL de Estados Unidos.
Esta situación expone una contradicción flagrante: mientras se busca aislar económicamente a Rusia, Europa sigue dependiendo de su suministro energético. ¿Por qué ha tardado tanto la UE en tomar decisiones contundentes? ¿Cómo justificar el apoyo indirecto a la economía rusa mientras se habla de solidaridad con Ucrania?
Conclusión: nuevos tiempos, nuevas reglas
El tablero mundial se reconfigura. La retórica de Trump, por mucho que contradiga sus promesas iniciales, evidencia una apertura hacia un enfoque más realista. Occidente se tambalea y, con él, las viejas reglas del poder. Ahora, las decisiones que se tomen definirán no solo el desenlace del conflicto en Ucrania, sino el lugar que cada nación ocupará en un mundo donde los equilibrios de fuerza se están escribiendo de nuevo.