La Unión Europea enfrenta un desafío demográfico significativo, con Alemania, Estonia y Austria uniéndose a la lista de países con tasas de fertilidad ultrabajas. Según estadísticas oficiales, en 2023 la tasa de natalidad en Alemania, el país más poblado de la Unión Europea, cayó a 1,35 hijos por mujer, por debajo del umbral de 1,4 definido por la ONU, considerado un punto crítico en el que revertir el descenso poblacional se vuelve extremadamente difícil.
Una tendencia que se extiende
Estonia y Austria también han registrado tasas por debajo de 1,4 en 2023, sumándose a países como España, Italia y Grecia, que ya enfrentaban esta situación desde 2022. En Austria, la tasa descendió a 1,32 desde 1,41 el año anterior, mientras que en Estonia cayó a 1,31. España e Italia, por su parte, alcanzaron mínimos históricos de 1,12 y 1,2 hijos por mujer, respectivamente.
La caída de la natalidad no es un fenómeno aislado. Incluso en países como Francia, Suecia y Finlandia, históricamente reconocidos por sus políticas familiares y avances en igualdad de género, las tasas han disminuido. En Finlandia, por ejemplo, la tasa bajó a 1,26 en 2023, el nivel más bajo desde que se iniciaron los registros en 1776. Francia, aunque sigue liderando con una tasa de 1,67, también experimentó su nivel más bajo registrado, tras haber tenido 1,79 en 2022.
Cambios sociales y económicos como motor del declive
El aplazamiento de la maternidad es uno de los factores clave detrás de estas cifras. La edad promedio de las mujeres al tener su primer hijo en la UE se elevó a 31,1 años en 2023, un año más tarde que hace una década, y supera los 32 años en países como España, Italia e Irlanda. Este retraso, combinado con las limitaciones biológicas, reduce la posibilidad de que las personas tengan tantos hijos como desean.
La incertidumbre económica y política también influye en las decisiones de las familias. “Si te preocupa la inflación, la estabilidad laboral o el conflicto en Ucrania, podrías dudar en tener hijos”, explicó Ann Berrington, profesora de demografía en la Universidad de Southampton, en declaraciones a Financial Times.
Consecuencias económicas y recomendaciones
La baja natalidad tiene implicaciones serias para el futuro de Europa. Sin una tasa de fertilidad más alta o un aumento significativo de la inmigración, las poblaciones en edad de trabajar disminuirán, incrementando la presión sobre los sistemas de bienestar y limitando el crecimiento económico.
En respuesta, expertos como Guangyu Zhang, oficial de la ONU en asuntos de población, instan a los gobiernos a implementar políticas familiares más inclusivas y con perspectiva de género. Estas medidas permitirían a las personas tener tantos hijos como desean, según muestran las encuestas.
Un reto compartido
La reducción en las tasas de natalidad se presenta como un desafío crítico para la UE, que necesita equilibrar las preocupaciones económicas, sociales y culturales para garantizar un futuro demográfico sostenible. Mientras tanto, el impacto de estas tendencias seguirá moldeando las políticas públicas en los próximos años.