Francia se encuentra al borde de una crisis política que podría tener importantes repercusiones económicas y sociales. Las tensiones giran en torno al presupuesto de 2025, cuyo contenido, que incluye aumentos de impuestos y recortes de gastos por un total de 60.000 millones de euros, ha generado una feroz oposición tanto desde la extrema derecha como desde la izquierda.
El primer ministro francés, Michel Barnier, anunció este lunes que intentará aprobar un proyecto de ley de seguridad social en el Parlamento sin votación, lo que lo deja más vulnerable que nunca a ser derrocado en una moción de censura por rivales de extrema derecha e izquierda.
Una encrucijada política
El gobierno conservador liderado por Michel Barnier, en minoría desde su formación en septiembre, enfrenta crecientes dificultades para aprobar el presupuesto en la Asamblea Nacional. El partido de extrema derecha Agrupamiento Nacional (RN), liderado por Marine Le Pen y Jordan Bardella, ha confirmado que el gobierno había puesto fin a las discusiones y ha dado un ultimátum: si no se alcanzan concesiones clave, apoyará una moción de censura propuesta por la alianza izquierdista Nuevo Frente Popular (NFP).
En respuesta a esto, y como un último esfuerzo de Barnier para lograr la aprobación de su proyecto de ley, el primer ministro francés ha propuesto una concesión, según la cual el Gobierno de Francia se compromete a no modificar el sistema de reembolso de medicamentos en 2025.
Después de que esta concesión de último momento no fuera suficiente para obtener el apoyo del partido de extrema derecha Agrupación Nacional, Barnier decidió invocar el artículo 49.3 de la Constitución para impulsar el proyecto de ley sin el Parlamento. Los partidos de oposición habían advertido que esto les llevaría a presentar una moción de censura contra el gobierno de Barnier. La oposición tiene 24 horas para presentar una moción de censura. La votación podría tener lugar este miércoles.
El RN ha exigido medidas como el aumento de pensiones en línea con la inflación, mayor apoyo a pequeñas empresas y la eliminación de recortes en reembolsos médicos. Hasta ahora, el único cambio logrado ha sido la retirada de un aumento al impuesto de electricidad.
Impacto económico en juego
El presupuesto no solo enfrenta críticas internas, sino que también ha provocado nerviosismo en los mercados financieros. Los costos de endeudamiento de Francia alcanzaron niveles históricos, equiparándose a los de Grecia, mientras que el déficit presupuestario proyectado para 2024 (6,1% del PIB) y la deuda pública (110% del PIB) han encendido las alarmas.
El Banco Central Europeo ha advertido de que una crisis política en Francia podría aumentar la volatilidad financiera en toda la zona euro. Si el presupuesto no se aprueba, el diferencial entre los bonos franceses y alemanes podría dispararse y el BCE podría verse forzado a intervenir.
¿Qué puede ocurrir?
En caso de que el gobierno de Barnier sea derrocado, no se podrían convocar elecciones legislativas hasta junio de 2025, dejando a Francia en un limbo político prolongado. Este escenario amenaza con paralizar las reformas necesarias para estabilizar las finanzas públicas y contener el costo de la deuda, que el BCE estima podría superar el 4% del PIB en una década.
Marine Le Pen enfrenta un delicado cálculo político. Si el RN provoca una crisis financiera inmediata, su imagen como líder responsable de cara a las elecciones presidenciales de 2027 podría quedar dañada. Sin embargo, la falta de acción también podría interpretarse como una traición a su base electoral, que exige una postura firme contra los aumentos de impuestos y recortes sociales.
Una nación en un momento decisivo
Incluso si se aprueba el presupuesto a última hora, los problemas subyacentes de deuda y déficit de Francia requerirán años de ajustes fiscales. Sin un consenso político claro, el país corre el riesgo de entrar en una espiral de inestabilidad política y económica que podría afectar no solo a su población, sino también a la estabilidad de la zona euro.