Claves del día de Jose Antonio Vizner
Vladimir Putin no dejó espacio para las dudas en su reciente discurso: “Nuestros últimos misiles no pueden ser interceptados por Ucrania ni por las fuerzas occidentales. No es Rusia, sino EE.UU. quien ha roto el sistema de seguridad internacional”, afirmó. Estas declaraciones no solo son alarmantes, sino que refuerzan la narrativa rusa de que el conflicto ha dejado de ser local para convertirse en global.
La verdadera pesadilla, y no temo decirlo, está en el potencial uso de armas nucleares. Las preguntas en el aire son inquietantes: ¿qué tipo de misil fue lanzado? ¿Tiene capacidad nuclear? La posibilidad está sobre la mesa y, con ella, la idea de un enfrentamiento entre potencias nucleares parece menos distante y más aterradora.
Por otro lado, Volodimir Zelensky sigue mostrando una resistencia admirable. El mensaje que envió fue respaldado rápidamente por Estados Unidos. “No nos sorprende el cambio de doctrina nuclear de Rusia, nos lo esperábamos” , dijo Karine Jean-Pierre desde la Casa Blanca. Y añadió: “Seguiremos proporcionando a Ucrania la ayuda que necesita” . Esta declaración reafirma el compromiso estadounidense, pero ¿es suficiente para frenar las ambiciones de Rusia?
El apoyo militar continúa llegando, aunque no sin controversias. El Pentágono, por ejemplo, autorizó a Ucrania a usar minas antipersona, pero únicamente en su territorio. Es una decisión cargada de matices que refleja la complejidad del apoyo internacional a Kiev.
Europa también se enfrenta a este escenario con determinación. Emmanuel Macron, presidente de Francia y líder del único país europeo con capacidad de disuasión nuclear, fue contundente: “Nada justifica el imperialismo y la brutalidad. Esta lucha supera los 1000 días y estamos al lado del pueblo ucraniano”. Sus palabras son un recordatorio de lo que está en juego: la soberanía de un país y el respeto por las fronteras.
Mientras tanto, las tensiones comerciales entre Europa y Estados Unidos se suman a este panorama. Algunos países europeos, conscientes de que la situación económica puede agravar la crisis, piden colaboración anticipada con el equipo de Trump. “Debemos estar preparados para reaccionar de manera coordinada, precisa y proporcionada”, dijo Valdis Dombrovskis, refiriéndose a posibles sanciones o disputas comerciales.
Estamos en un punto crítico. Esta guerra no es solo de Ucrania ni de Rusia, sino de todos nosotros. Y mientras la diplomacia se tambalea, la esperanza de un alto al fuego parece tan distante como el final del conflicto. ¿Hasta cuándo podremos resistir este estado de alerta permanente? Es una pregunta que, tristemente, aún no tiene respuesta.