Claves del día de Jose Antonio Vizner
Desde la embajada de Estados Unidos en Kiev, una alerta de posible “ataque aéreo importante” ha puesto en máxima tensión a la capital ucraniana. Según se informa, drones rusos no identificados sobrevuelan la ciudad mientras las sirenas advierten a la población. En este clima de incertidumbre, la embajada ha cerrado temporalmente sus puertas y ha pedido a los ciudadanos extremar la precaución. Es un recordatorio sombrío de la escalada de la crisis provocada, en parte, por la reciente luz verde de Joe Biden para el uso de misiles de largo alcance ATACMS por las fuerzas ucranianas.
Mientras tanto, el primer ministro británico, Keir Starmer, ha señalado un cambio preocupante en la retórica rusa, tras la renovación de su doctrina nuclear. Este movimiento, según Bloomberg, subraya la entrada en un capítulo aún más peligroso de la guerra. La reacción de Rusia parece, al menos públicamente, una reafirmación de que sus armas nucleares son exclusivamente disuasorias, como destacó el ministro de Relaciones Exteriores, Serguéi Lavrov, durante la reciente cumbre del G20. Sin embargo, no deja de ser alarmante que este enfoque contraste con la percepción occidental.
Desde Kiev, Volodímir Zelensky parece estar evaluando un cambio táctico en sus condiciones para futuras negociaciones de paz. En un discurso ante el Parlamento ucraniano, sugirió que la recuperación de todos los territorios ocupados podría no ser inmediata. “Quizá Ucrania debería sobrevivir a cierta persona en Moscú para conseguir todos sus objetivos”, señaló, refiriéndose a la posibilidad de esperar un cambio de liderazgo en Rusia para alcanzar sus metas territoriales. Esta declaración ha generado especulaciones sobre si Zelensky está abriendo la puerta a un enfoque más pragmático en las negociaciones.
Como observador, no puedo evitar preguntarme si este cambio refleja una aceptación tácita de que la guerra, tal como está, no ofrece una solución clara para ninguna de las partes. Es también un reconocimiento de las complejidades de la diplomacia internacional, donde actores como Donald Trump, en su potencial regreso a la Casa Blanca, y la OTAN juegan papeles fundamentales.
Zelensky ha dejado entrever una postura que podría resultar clave para un eventual alto al fuego: garantizar la integridad territorial de Ucrania, pero con paciencia estratégica. Esto podría significar esperar no solo un cambio en Moscú, sino también un contexto internacional más favorable, como la entrada de Ucrania en la OTAN en los próximos años.
Este posible giro en la postura ucraniana plantea preguntas difíciles: ¿Está Ucrania dispuesta a aceptar concesiones temporales en pro de una paz más amplia? ¿Es realista pensar que el conflicto actual puede transformarse en una negociación que sea beneficiosa?