El fabricante de automóviles Mercedes-Benz ha recortado sus previsiones de beneficios, una señal preocupante para la industria automovilística alemana. Según informó Bloomberg, la empresa cita la debilidad económica en China y las bajas ventas como los principales factores que están afectando su rentabilidad. Se espera que las ganancias de Mercedes sean “significativamente inferiores” a las del año pasado, lo que no alivia el desafío que enfrenta Europa para mantener su competitividad en el sector industrial.
Este retroceso de Mercedes es solo el último golpe a la industria automovilística de Alemania, un pilar de la economía europea. La economía de la región está mostrando signos de desaceleración, y las restricciones impuestas por la normativa europea, como la prohibición de los motores de combustión a partir de 2035, no hacen más que agravar la situación. Europa parece estar perdiendo terreno frente a China, que está superando a gigantes como Volkswagen, BMW y, ahora, Mercedes en la carrera por dominar el mercado automovilístico mundial.
El desafío industrial europeo y la urgencia de acción
El problema no es solo de las empresas, sino de la propia Europa. Las políticas que priorizan la descarbonización y las normativas cada vez más estrictas están debilitando a una industria que ya se enfrenta a serios desafíos. Mientras líderes como Olaf Scholz y Ursula von der Leyen viajan para tratar asuntos globales, la industria europea se desmorona. Las conversaciones con China sobre los aranceles son un paso necesario, pero parece que Bruselas no está enfocada en resolver el verdadero problema: la necesidad de apoyar a la industria europea en un momento crítico.
Mercedes ha prometido tomar medidas para mejorar la rentabilidad tras este duro golpe; se centrará en reforzar su presencia en China con una ofensiva de ventas y nuevos productos. Pero este compromiso llega en un momento en que la demanda de los modelos más lujosos de la marca, como el Clase S y los sedanes Maybach, se ha reducido considerablemente en el gigante asiático.
La crisis se extiende por la industria automovilística
Mercedes no es la única empresa afectada. Volkswagen abandonó recientemente un pacto laboral histórico y podría cerrar fábricas en Alemania debido a la baja demanda. BMW también ha reducido sus previsiones de beneficios para todo el año, citando la crisis en China y la lentitud en las ventas de vehículos eléctricos como los principales problemas.
La caída de las acciones de Mercedes, que alcanzó un 8,4% el pasado viernes, es la más pronunciada desde junio de 2020. Este año, la acción ha bajado alrededor de un 12%, lo que refleja la gravedad de la situación. La compañía también ha reducido sus expectativas de rentabilidad para su unidad principal de automóviles, situándola ahora en un rango del 7,5% al 8,5%, muy por debajo de la previsión anterior de hasta el 11%.
El entorno macroeconómico en China, con una continua caída del sector inmobiliario, ha empeorado aún más. Además, los vehículos eléctricos de Mercedes no han tenido la aceptación esperada en China, donde los consumidores más jóvenes están optando por marcas locales que ofrecen tecnología digital y de entretenimiento más avanzada.
Europa también siente la presión
Aunque China es el principal mercado afectado, Europa no está exenta de problemas. Las ventas de Mercedes en la región cayeron un 13% en agosto, y acumulan una caída del 3% en los primeros ocho meses del año. Esta tendencia a la baja en las ventas de vehículos eléctricos está complicando los esfuerzos de los fabricantes por cumplir con las estrictas normas de emisiones de la Unión Europea, que se perdurarán el próximo año, lo que podría acarrear multas multimillonarias.
El lunes, el ministro de Economía de Alemania, Robert Habeck, celebrará una cumbre industrial en Berlín para discutir posibles soluciones a la crisis actual. Este mismo viernes, Habeck ha prometido nuevas medidas de apoyo para reactivar el mercado de los coches eléctricos, en concreto, como planes de incentivos fiscales para eléctricos de empresa y otras medidas adicionales. El diálogo con el sector automovilístico es crucial para encontrar maneras de reactivar una industria que se enfrenta a un futuro incierto.
En resumen, el panorama para la industria automovilística europea es sombrío. Los fabricantes están atrapados entre una transición accidental hacia los coches eléctricos, el debilitamiento de sus mercados más importantes y la presión regulatoria. Europa necesita actuar rápidamente si quiere evitar un colapso industrial que podría tener graves repercusiones económicas.