Gilles Moëc, economista jefe de AXA IM, sobre las elecciones francesas.
Aunque la clasificación de los tres bloques en la última vuelta de las elecciones francesas ha sido una sorpresa con respecto a la primera vuelta y a los sondeos, se ha materializado el escenario más probable que barajábamos desde el anuncio: que ninguno de los principales grupos lograría la mayoría absoluta. Una sorpresa, sin embargo, es que las facciones más extremas no tendrán el número suficiente para aprobar juntas una moción de censura que impida gobernar a una “coalición de centro”. Esto es positivo en términos de estabilidad política para Francia, pero es probable que forjar dicha coalición siga siendo difícil. Numéricamente, la izquierda, excluyendo a la izquierda dura LFI, junto con los centristas, podrían –por poco– llegar a la mayoría absoluta, pero encontrar un acuerdo político será complicado, ya que la izquierda parte de una posición bastante exigente en materia económica.
A juzgar por las diversas declaraciones en los estudios de televisión el domingo por la noche, parece que los grupos de izquierda implícita o explícitamente “abiertos al diálogo” –básicamente los grupos de la izquierda que históricamente han tenido experiencia directa de gobierno– quieren partir de una posición bastante maximalista para posiblemente arrancar concesiones significativas a los centristas sobre el gasto público, o sobre la reciente reforma de las pensiones, presentando la plataforma radical de la alianza de izquierdas como base para el debate.
El “pegamento institucional” escasea en el sistema político tradicionalmente adversario de Francia. Un gobierno técnico en minoría es una opción para salir del punto muerto, pero probablemente sólo se centraría en aplicar políticas “minimalistas”. Esto minimizaría las perturbaciones, pero no aportaría mucha claridad sobre la trayectoria macroeconómica francesa, en un momento en el que es necesaria una actuación fiscal.
Con la incertidumbre persistente en Francia y unos datos nada brillantes en Alemania, la continuación de la eliminación de las restricciones monetarias por parte del BCE sería de gran ayuda. El IPC de la zona euro de junio no fue preocupante –el impulso de los precios de los servicios ha mejorado–, pero la inflación se mantiene en una meseta visiblemente superior al 2%, que esperamos que continúe hasta el otoño. En un contexto de resistencia del mercado laboral, es poco probable que el Consejo de Gobierno acelere los recortes de tipos –seguimos esperándolos para septiembre y diciembre–.