La energía limpia podría representar hasta un 85% de la generación global de energía para 2050 en un escenario de compromisos cumplidos
MADRID, 1 (EUROPA PRESS)
Abordar los cuellos de botella de la tecnología de transición energética con materiales sustitutivos, innovación, desarrollo de infraestructura y regulación será crucial para lograr los objetivos de cero neto, que pretenden limitar el calentamiento global a muy por debajo de los 2°C anteriores a los niveles preindustriales y proseguir los esfuerzos para limitar el aumento de temperatura a 1,5 °C, en línea con el Acuerdo de París.
Ésta es una de las principales conclusiones que se desprende del nuevo informe Perspectiva Mundial de la Energía (Global Energy Perspective 2023) elaborado por McKinsey & Company, en el que se analizan las perspectivas para la demanda y el suministro de productos energéticos en una trayectoria de 1,5°C y se ofrecen cuatro escenarios de transición energética ascendentes.
Estos escenarios examinan resultados que oscilan entre un calentamiento de 1,6 °C a 2,9°C para 2100, están configurados por más de 400 factores, entre sectores, tecnologías, políticas y regulación, costes y combustibles, y sirven como base factual para informar a los responsables de la toma de decisiones de los retos a superar en el contexto de la transición energética.
“El mundo requiere un importante cambio de rumbo para alcanzar los objetivos alineados con el Acuerdo de París. Si bien se observa un fuerte aumento de las tecnologías con bajas emisiones de carbono, como la solar, la eólica y las bombas de calor eléctricas, es necesario un impulso y una colaboración global urgente en toda la cadena de valor de la energía para resolver los cuellos de botella y cumplir los requisitos previos críticos para una descarbonización acelerada, ha señalado el socio de McKinsey & Company, Jesús Rodríguez.
UN 85% DE ENERGÍA LIMPIA
Según los datos del informe, cuando se superen los cuellos de botella, la energía limpia podría representar hasta un 85% de la generación global de energía para 2050 en un escenario de compromisos cumplidos.
Las tecnologías con mayor crecimiento previsto son las más vulnerables a los cuellos de botella, en particular la eólica y la solar, los vehículos eléctricos, el hidrógeno verde y las bombas de calor, sostiene.
De ellas, se espera que la energía eólica, los vehículos eléctricos y el hidrógeno verde se vean más afectados críticamente, con un potencial desabastecimiento de entre el 20% y el 50% en el caso de los electrolizadores, una cifra que se eleva a más del 50% para algunos materiales utilizados en los imanes de energía eólica, y un aumento previsto del 330% en la demanda de litio para las baterías de aquí a 2030.
Los escenarios ascendentes también demuestran en qué medida podrían cumplirse los prerrequisitos críticos, como las necesidades de inversión, la coordinación de la cadena de valor y el desarrollo de la cadena de suministro, en todos los tipos de combustibles.
A este respecto, Rodríguez ha afirmado que “la transición energética se verá más favorecida por el continuo crecimiento de la inversión en tecnologías verdes y en transmisión y distribución eléctrica”. “La inversión en una cartera amplia y equilibrada de soluciones con bajas emisiones de carbono es una de las palancas más críticas para descongestionar la transición”, ha destacado.
A juicio del socio de McKinsey, en el futuro cercano se verán inversiones en la cartera sostenible y nuevos enfoques para aumentar la velocidad de las tecnologías e incrementar las tasas de reciclaje, eficiencia de procesos y logística.
“Habrá un cambio gradual pero continuo de la orientación de la inversión de los combustibles fósiles hacia tecnologías verdes, así como hacia la transmisión y distribución eléctrica”, ha indicado.
Rodríguez ha precisado que, “en 2015, las energías renovables y las tecnologías de descarbonización representaron solo el 20 por ciento de las inversiones totales, mientras que se proyecta que esa cifra llegue al 40-50 por ciento para 2040”.
CRECE LA INVERSIÓN ANUAL
El estudio de McKinsey & Company apunta a que el consumo global de energía dependerá de la velocidad de la electrificación de la industria.
Para 2050, el consumo global de energía podría disminuir hasta un 6% en comparación con 2022 en un escenario de compromisos cumplidos, ya que la electrificación de diferentes sectores se traduce en un menor consumo de energía, asegura.
Además, indica que en un escenario de ‘Fading Momentum’ (Momento Decreciente) el consumo de energía crecería un 24% en el mismo período si la electrificación se desacelera.
Por su parte, la electricidad y el hidrógeno son los vectores energéticos de más rápido crecimiento dentro de la matriz energética, aumentando de entre el 21% de la demanda energética en 2022 al 58% en el escenario de compromisos cumplidos y al 33% en el ‘Fading Momentum’ en 2050.
Por su parte, los combustibles fósiles, que representaban el 64% de la demanda energética en 2022, descenderían al 28% y 54% en los respectivos escenarios.
BAJADA DE LA DEMANDA DE COMBUSTIBLES FÓSILES
En cuanto a la transición desde los combustibles fósiles, el análisis muestra que el crecimiento total agregado ha empezado a ralentizarse y se espera que la demanda comience a disminuir en los próximos 2-7 años en todos los escenarios.
En el escenario de compromisos cumplidos, la demanda de petróleo se reduce a casi la mitad para 2050 impulsada principalmente por la desaceleración del crecimiento del parque automovilístico, el aumento de la eficiencia de los motores en el transporte por carretera y la continuada electrificación del transporte.
Además, el aumento de las energías renovables podría reducir las emisiones de la generación eléctrica en un 71% en todos los escenarios de aquí al 2050 en comparación con los niveles actuales, a pesar de que se duplique o incluso triplique la demanda, según los datos del estudio.
En la misma línea, se prevé que la demanda de hidrógeno se multiplique de entre dos a cinco veces para 2050 en todos los escenarios, ya que el crecimiento procede tanto de industrias tradicionales consumidoras de hidrógeno como la química y de refino; en los escenarios de transición más rápidos, se prevé también un fuerte crecimiento en industrias completamente nuevas como la de los camiones pesados, la del calor industrial o la siderúrgica.
CRECIMIENTO DE LA INVERSIÓN
El análisis de McKinsey muestra que se prevé que las inversiones anuales totales en el sector energético crezcan entre un 2 y un 4% anual, en consonancia con el crecimiento del PIB global, para alcanzar entre 2 y 3,2 billones de dólares en 2040.
Las tecnologías de descarbonización registran los niveles más altos de crecimiento de la inversión, con un 6-11% anual, “impulsadas principalmente por la fuerte adopción de la infraestructura de carga de VE y el Uso y Almacenamiento de Captura de Carbono (CCUS)”.
Por último, el informe expone que la inversión en una amplia combinación de fuentes de energía, incluyendo petróleo y gas, continuará durante un tiempo para reforzar la seguridad de la oferta y satisfacer la demanda en toda la gama de escenarios.