Catorce facciones palestinas, reunidas en conversaciones en Pekín, han acordado dejar a un lado sus diferencias y formar un gobierno de unidad interino tras la guerra con Israel. La llamada Declaración de Beijing se firmó al final de los tres días de conversaciones que, según el Ministerio de Relaciones Exteriores de China, constituyó un éxito: los esfuerzos anteriores de Egipto y otros países árabes para reconciliar a Fatah y Hamás no funcionaron.
Ambas facciones palestinas llevan 17 años luchando por el poder en la Franja de Gaza; ahora, en Pekín, han acordado poner fin a sus diferencias para reconstruir Palestina tras la guerra, aunque los expertos dudan de que el acuerdo siga teniendo vigor sobre el terreno.
Con esta Declaración de Beijing se cumple uno de los requisitos más demandados por los mediadores internacionales para llegar a un alto el fuego en Gaza: cómo se organizará Palestina después de la guerra. Sin embargo, el plan arroja muchas dudas y controversias: mientras los palestinos lo ven como una “solución” para evitar que estados ajenos a Palestina intervengan en asuntos propios, Israel ya advirtió que no consentirá que Hamás participe de cualquier manera en la administración de Gaza tras la guerra, ya que su objetivo es la destrucción total del grupo armado.
En el acuerdo se contempla el gobierno de unidad nacional como transitorio, para gestionar los asuntos de Gaza y Cisjordania hasta unas nuevas elecciones; no se ha definido un calendario para la formación de esta administración.
China se apunta, de esta manera, un nuevo tanto diplomático al conseguir un pacto entre facciones hasta ahora irreconciliables. Wang Yi, ministro de Exteriores chino, declaró en la clausura de las conversaciones que “el logro principal es dejar claro que la Organización para la Liberación de Palestina es el único representante legítimo del pueblo palestino” y que la comunidad internacional debería apoyar los esfuerzos para formar un gobierno palestino interino para controlar Gaza y Cisjordania.